Cuando yo era niña solía pensar que a los 20 años tendría mi vida resuelta. Recuerdo casualmente una de esas pláticas que uno tiene con las compañeras de la escuela y me decían que a los 20 estaría casada, con muchos hijos. No sé por qué, pero esa idea nunca me pareció mucho; sin embargo, esa era la forma en que ellas me veían. Arribe a los 20 y nada de eso estaba cerca. Los años transcurrieron y la vida me fue poniendo retos, metas y más deseos en mi corazón. Admito que anduve sin rumbo por un rato, pero como siempre, Dios y la vida se encargaron de encausarme.
¡¡¡Hoy cumplo 29 años y mi vida dista mucho de aquella conversación que mis compañeras de escuela preconcibieron para mi!!!
Esta semana leí una frase que me encanto: “No desprecies las mejores horas de tu vida, levántate temprano, reza y medita, haz ejercicio, lee un buen libro, trabaja en lo que te apasiona, aprende algo nuevo todos los días, ayuda a los demás, haz ejercicios de fuerza de voluntad, no digas malas palabras, ama y se libre”. Y me pareció una increíble manera de cerrar nuestro año en este último Viernes de Nicole.
Seré muy, muy, pero muy honesta: hace tiempo vagaba por la vida un tanto sin rumbo. Todo me daba igual, hacia las cosas por salir del paso. Estaba presente sin verdaderamente estarlo. No sé en lo que ustedes crean, pero yo les digo, la presencia divina de Dios en mi vida, me transformó. De levantarme tarde todos los días, ir al trabajo con desánimo, ser literalmente alérgica al ejercicio, hacer las oraciones como a las cansadas del burro, no me ayudaba ni a mi misma, mucho menos ayudar a otros. No amaba ni era libre. Todo me ataba. Mi vida dio un cambio de 180 grados. Encontré mi propósito. Le encontré sabor a la vida y la aprendí a disfrutar. Aprendí que el servicio desinteresado hacia otros cambia la vida de las personas. Que el ejercicio tanto físico como espiritual, te liberan. Que tu trabajo debe ser eso que te quita el aliento, aquello que te emociona aunque te quejes, aquella sarna que te pica con tanto gusto. Que tus retos, son retos nada más y que todo se supera a su debido tiempo.
No todo el que vaga por la vida lo hace sin rumbo. No todos los que nos perdemos permanecemos perdidos. La vida y la luz te llevan a ubicarte y a encontrar el verdadero camino. A veces es necesario perderse para encontrarse. La vida no es lo que te dijeron que iba a ser cuando tenías 15 años. La vida altera tus planes poniendo lecciones, enseñanzas, retos y dificultades que te hacen crecer como ser humano y encontrar tu lugar en este mundo.
Mi año no pudo ser más espectacular. Estuvo lleno de proyectos, sueños alcanzados, regalos del cielo ilimitados. Llegar a mis 29 años sabiendo firmemente quien soy y que quiero es el mejor regalo que puedo recibir.
Leyendo la frase que les compartí, iba revisando cada una cuidadosamente en mi vida, tengo la mayoría bastante resuelta, aunque eso de las malas palabras sigue en proceso. Mi vida no es para nada como se “suponía” que tenía que ser, es mucho mejor.
Le agradezco a Dios por todas las pruebas superadas y las que están por superarse. Por un año magnífico y por muchos más Viernes de Nicole juntos.
¡Feliz Último Viernes del Año! 😊
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