Desde que tengo uso de razón, yo Nicole Vaquero, he sido extremadamente “varonera”. Siempre me he llevado mejor con los hombres que con las mujeres. Recuerdo desde muy chiquita, mi mejor amigo era mi primo Justin y sus amigos eran mis amigos. Las niñas siempre me parecieron quejosas y que podían robar mi atención. Mientras que con los varones no había competencia, simplemente yo ganaba.
Esta actitud no disminuyó con la edad. Nunca tuve conflictos con los varones, siempre tuve drama con las niñas. Hoy por hoy, tengo la bendición de tener espectaculares amigas mujeres, son pocas y con todas tengo una similitud, somos más apegadas a los hombres que a las mujeres.
¿Se han fijado ustedes la habilidad que tenemos nosotras las mujeres de ver a otra en un baño y sin conocerla la podemos tildar desde ridícula, zorra, fea, cabeza hueca y un sin fin de adjetivos nada constructivos?
Ahora, yo les pregunto, ¿a qué se debe esta rivalidad entre mujeres? ¿Es que nos sentimos amenazadas una de la otra? ¿Envidiosas? ¿Competencia? ¿Qué hace que nuestras neuronas se activen para darle palo a otra mujer?
Honestamente, yo no me siento amenazada por ninguna mujer, no siento celos ni nada de esos sentimientos que se le pudieran parecer. Ahora, debo confesar que he podido ser muy dura con mi género. A veces digo, pienso o siento comentarios que no tendría por qué estar emitiendo sobre alguien que pasa las mismas pruebas, luchas, y dificultades que yo como mujer. A veces puedo ser demasiado pronta en juzgar las actitudes de las mujeres sin si quiera conocer su historia; y aunque la conociera, no soy nadie para juzgar.
De verdad, no sé qué tipo de psicología rara tenemos las mujeres en la cabeza que nos puede caer mal otra mujer sin siquiera conocerla. ¿Cómo podemos pretender que el sexo masculino nos respete si entre nosotras mismas nos destruimos?
Vivimos en un mundo donde, queramos o no, las mujeres tenemos que esforzarnos un poco más por conseguir nuestros logros. Siempre se pone en tela de juicio nuestra capacidad, asertividad y nuestra capacidad para resolver conflictos. Si hacemos un análisis de nuestras situaciones individuales, podremos ver que cuando tenemos que luchar por algo contra un hombre, no tenemos mayor problema en competir, no resulta un desafío que crea dudas en nosotras mismas. Sin embargo, cuando es contra otra mujer, surgen todo tipo de dudas, incertidumbres y una cantidad de sentimientos indescriptibles. Creamos dudas individuales acerca de nosotras mismas y un sentimiento de insuficiencia. Las podemos percibir como una amenaza. “¿Podré ser así de flaca? ¿Puedo ser esa profesional tan increíble? ¡Jamás seré suficiente para llenar esos zapatos!” Son algunas de las frases que nos decimos.
Mujeres leyendo este Viernes de Nicole, entendamos algo: nuestro propio género NO ES LA COMPETENCIA. No podemos medir con diferente vara las actitudes de los hombres y las mujeres. No podemos ser tan duras con nosotras mismas en un mundo que ya es suficientemente duro con nosotras.
Entonces, mi propuesta es: cambiemos el chip. Escojamos ser de las mujeres que ve a otra triunfado y se siente orgullosa y motivada para seguir adelante con sus sueños. Que podamos ver a otra mujer y no la odiemos sin conocerla. Podamos platicarnos unas a las otras en los baños públicos y podamos piropearnos entre nosotras mismas. Seamos mujeres seguras que no necesitemos apagar la luz de otras para brillar, porque realmente todas somos mujeres grandiosas.
Yo escojo ser una mujer que encuentra inspiración en mis homólogas. En marco de este día de la Mujer Hondureña, quiero ser una mujer que pueda ayudar a otra cuando está caída, levantar su espíritu y sentirme orgullosa cuando brilla. Quiero ser una mujer que entiende los retos de mis semejantes y siente gran admiración por ellas. Quiero dar mi respeto a esas mujeres que día a día luchan y viven trazando un mejor camino y un excelente ejemplo. Quiero ser una mujer en pro de las mujeres.
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