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Foto del escritorNicole Vaquero

Vive Tu Hoy

El sábado pasado tuve uno de los regalos más grandes de mi vida. No solo pude asistir al sacramento de la reconciliación, porque siendo sincera en esta cuarentena he roto los 10 mandamientos de arriba para abajo y de abajo para arriba, y he pecado de pensamiento, palabra, no tanto de obra, pero si de omisión. Pude recibir la eucaristía después de tanto tiempo. Lo bello de todo esto es que, aparte del sacerdote celebrante, la única persona allí, era yo. Fue, sin duda, una de las experiencias espirituales más bellas de mi vida, un verdadero regalo de Dios.

Pero lejos de hablarles del regalo espiritual que esto fue para mi vida, les vengo a hablar del regalo que tuve de poder compartir con un buen amigo, que es prácticamente mi hermano postizo y mi guía espiritual, que me dio una charla que me abrió los ojos. Siempre que nos reunimos es a la carrera. Él siempre tiene millones de compromisos por cumplir y yo tengo trabajo, así que nuestras citas, aunque sean siempre sustanciosas, son por lo general breves. Esta vez no había compromisos por cumplir. Pudimos platicar, reír y ponernos al día en todos los aspectos de nuestra vida y lo que había pasado en la misma por los últimos 3 meses.

Después de una espectacular celebración de la eucaristía, mi amigo, que me conoce BASTANTE bien, me sacó una platica muy diferente a la que habíamos tenido previamente. Me comenzó hacer preguntas acerca de mis pretensiones de vida. Me pregunto por mis metas, mis sueños, mis deberes. Le pude hablar de mis planes, pero nunca le pude hablar de mis metas porque realmente no eran claras. Mi respuesta estuvo siempre vinculada a supuestos que podían no llegar. Le hablé acerca de lo que yo soñaba, esperaba y quería, pero siempre llegaba a un punto donde me bloqueaba y no había convergencia en ninguna de mis ideas. Después de preguntarme y escucharme deambular en cada una de mis respuestas, que hoy lo pienso y me doy cuenta cuan sin sentido eran, mi sabio amigo tomó la palabra y me dijo: “Nicky, tenes que aprender vivir hoy. Vos no sabes que va a pasar mañana. No tenes seguridad que ninguno de esos planes se vayan a dar. Estás planeando sobre supuestos y no estas edificando tu hoy. Tenes que vivir, disfrutar y trabajar tu presente, tu hoy, tomando las mejores decisiones para cimentar el mañana. Tenes que ponerte metas y aunque la vida te lleve por otros caminos debes tener una cosa clara: El propósito de Dios en tu vida se va a cumplir sin importar el camino que tomes.”

No se trata de no tener sueños, metas, planes, pero se trata disfrutar tu hoy. De edificar la mejor realidad posible, para que tu mañana sea mejor.

Seguimos conversando por un largo rato más. Yo seguí preguntando, buscando una respuesta a cada uno de mis dilemas existenciales. Él pacientemente siguió contestando y haciéndome meditar profundamente cada una de mis decisiones. No hubo llamadas, mensajes ni interrupciones. Finalmente me despedí de mi amigo. Iba feliz. Sin embargo, salí pensativa, porque en esa mañana me había dado cuenta que no vivía mi hoy, que perseguía ilusiones y no propósitos, que buscaba un mañana aferrado a ideas, que posiblemente me iban a frustrar porque podían o no cumplirse.

Desde la conversación, no ha habido día que no piense en las palabras de mi sabio amigo: “Viví hoy.” Y es que es fácil dejarse llevar. Es fácil pensar y preocuparnos por mañana, es más fácil preocuparnos por los puentes que hemos de cruzar y no por los que estamos cruzando. Es fácil crear una vida pensando en mañana, pero muy pocas veces tomamos en cuenta las decisiones de hoy. Me ha parecido curioso, que durante esta semana, después de la conversación con mi amigo, las redes estén llenas de la pregunta de: “¿Qué haremos cuando todo vuelva a la normalidad? ¿Qué seremos cuando la pandemia pase?”

Y si esa pregunta hubiese sido antes de la charla que me despertó y me abrió la mente, les pudiera decir que lo que espero al salir a mi nueva normalidad es vivir mis sueños, cumplir mis planes. Que lo que quiero es vivir y disfrutarlos. Sin embargo, sabiendo lo que se hoy, sé que mi nueva normalidad ya llegó. Sé que tengo que vivir y disfrutar mi presente. Sé que debo trabajar duro por mis metas. Sé que voy a ir cruzando cada puente en el momento que me toque, sin exasperarme. Tengo claro que si mi hoy está bien construido, mi momento presente bien disfrutado, no hay por qué temer al futuro. Sé que debo vivir mi presente y ejecutar acciones hoy que cimienten un mejor mañana. No se trata de en quien me convertiré al salir del confinamiento, sino de quien soy HOY.

No se trata de no planear el futuro, se trata de vivir tu hoy, haciendo el mejor camino, tomando las mejores decisiones, siendo la mejor persona para edificar y construir tu mañana.

Marco Aurelio lo dijo mejor que yo, “Nunca permitas que el futuro te perturbe, lo encararás si debes hacerlo, y con las mismas armas con las que hoy combatas el presente.” ¡Feliz Viernes! 😊

Confía en la magia de los nuevos comienzos 🌻

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