Un respiro de esta crisis mundial
Yo sé que el mundo entero está atravesando por la crisis mundial generada por el COVID-19. Sé que nuestras conversaciones, nuestra vida y cada uno de nuestros pensamientos giran entorno a esta pandemia. Nos preguntamos si la vida “normal” volverá a ser “normal”. Y aunque yo sé que es un tiempo de angustia y dudas para TODOS, y sé que hay millones de personas en el mundo pasándola mal, yo los quiero hacer reír el día de hoy. Hoy, por el breve momento que lean el tan ansiado y esperado Viernes de Nicole, quiero que piensen en mi y en mis locuras, y que sepan que las cosas suceden exactamente como tienen que suceder.
La cuestión va así: en estos días de cuarentena, si les soy sincera, no me ha dado chance de aburrirme. No estoy tirada, rascándome el ombligo viendo Netflix, ¡NO! Me ha tocado trabajar y trabajar duro. Pero ustedes saben cómo es la mente y pues en esos pequeños y milimétricos momentos de ocio en los que dejo mi cerebro vagar a lejanas e imaginarias tierras, vienen escenas a mi mente de lo que hubiese sido mi vida si hubiera tomado una decisión distinta hace un año.
Creo que nunca lo dije abiertamente por estos escritos, pero para los que me conocen y conocen mi forma de escribir, saben que por una parte del año pasado yo estaba total, absoluta y completamente ”enamorada“. Si, ese enamorada que describen en las películas. Se me erizaba la piel, me brillaban los ojos, tenía una sonrisa de maule permanente en la cara; en fin, todos los síntomas físicos de un enamoramiento. Obviamente, publiqué por todo lo alto mi “enamoramiento”. ¿Qué fue lo qué pasó? El “objeto de mi afecto” se encontraba a 1,938 kilómetros de distancia. Y pues como buena Sabienera que soy, mi relación o enamoramiento “duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”.
Quiero aclara que este no es un escrito de despecho, pero un escrito de risas y conciencia. La decisión de la cual les hablé al inicio, que hubiera cambiado TOTAL Y ABSOLUTAMENTE mi panorama, era que yo debía decidir mudar mi lugar de residencia de San Pedro Sula a 1,938 kilómetros de distancia, a la capital colombiana, Bogotá. No les voy a mentir, porque nunca lo hago. Cuando el “objeto de mi afecto” me hizo la propuesta casi que me da un soponcio, verdad. Literalmente conteste muy segura de mi misma “no voy a dejar todo por nada”. Pero cuando ya estás lejos nuevamente y el corazoncito te palpita, pensas que los principios que te has establecido toda la vida no te interesan tanto y podes arriesgarte. Yo lo hablé con Dios, lo hablé con mi director espiritual, pero se me olvidó hablarlo con quien más tenía que hablarlo, con el “objeto de mi afecto”. Y cuando ya había tomado la decisión, me mandó a volar, sin nunca poderla comunicar.
Aunque Bogotá es una ciudad hermosa, con una gastronomía espectacular y existen miles de actividades culturales y yo pude haber sido la siguiente “Gaba”, si vivía ahí. ¿Sé imaginan El Viernes de Nicole en El Espectador? Bueno, bueno, no nos desviemos. Pero estando en la situación en la que nos encontramos, ¿Pueden imaginarme, a esta “joyita” encerrada en un mini apartamentito, SOLA, sin mi familia, sin mi perro, sin mis baleadas y Doritos y sin mi jardín?
No podría vivir esta situación, en específico en esos días grises, extremadamente fríos y sin sol de Bogotá. Y aunque yo sé que San Pedro Sula es la antesala del infierno, por lo caliente, yo no cambio mi sol y mi calorcito por nada del mundo. Aunque digan que uno lleva el sol por dentro a todas partes que va, ES MENTIRA cuando estás temblando del frío, encerrada y sola no hay sol dentro de uno.
Ahora ustedes pensarán, “Ay esta Nicole, obvio, que tuvo que ver Bogotá así, si la mandaron a chapalear”. Y aunque no lo crean, en los momentos en los que les digo que me viaja la mente, lo he analizado y valorado profundamente; y es que ni con las esferas del dragón estaría yo en paz y tranquilidad sin conversar con mi familia, sin pelear porque solo a mi me envían como tributo a la calle; sin que pueda gozar con las ocurrencias de mis hermanos, sin jugar y correr con Arrow (mi perrhijo). Ya me hubiera muerto, y no de coronavirus, si no por tirarme por alguna minúscula ventanita.
Puede que nos tome un tiempo darnos cuenta que las cosas que pasaron lo hicieron de la manera correcta. Puede que tome incluso una pandemia mundial, para darnos cuenta que debemos de agradecer cada retroceso que hemos tenido en la vida. Incluso yo me recriminé una y mil veces no haber tomado la decisión antes. Y pueda que nos juzguen de no ser lo suficientemente “aventureros” por no tomar el riesgo a vivir y experimentar algo diferente, pero en mi caso esa “aventura” hubiera sido receta para un desastre. Nuestra vida, con todas las decisiones que tomamos, dejamos de tomar, con las equivocaciones y aciertos que tenemos, es exactamente la vida que tenemos que llevar. Es nuestra vida y en esos momentos de retrospección infinitos que tenemos en tiempos de crisis, nos damos cuenta que todo es exactamente como tiene que ser.
Espero que este Viernes de Nicole haya cumplido su propósito y los haya hecho olvidarse de todo el caos a nuestro alrededor. Teniendo siempre presente que todo pasa por una razón. Recuerden no es una mala vida, puede que solo sean un par de malos días. ¡Feliz Viernes! 😊
Foto real en ropa de cuarentena con el perrihijo más burro del universo.
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