Decir hasta pronto después de una semana continúa de felicidad y libertad no es fácil. Despertarse sabiendo que la cita más importante era con el mar. Que no hacía falta maquillaje ni zapatos para vestir de acuerdo con la ocasión. Que un zambullido en el agua lo podría curar todo. Que la brisa salada se llevaría cada pena alborotando el cabello.
Explicarle a tu mejor amigo que se acabaron, por ahora, las magníficas excursiones, prometiéndole que estaremos de regreso.
No sé cuánto nos extrañaran el mar, la playa y el viento, pero estoy segura de que Lucas y yo los extrañaremos un montón.
Que vuelva la Semana Santa…
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