Hay semanas complicadas en la vida, donde si una cosa sale mal, otras mil salen peor; la famosa ley de Murphy. Esto no necesariamente quiere decir que sean cosas malas, pero si obstáculos que hacen que todo se retrase o se complique. A veces tenemos días así o semanas, a veces meses o incluso, años… y por muy positivos que podamos ser, por muy increíble que podamos ver todo, hay momentos en los que nos cansamos y sentimos desesperación por lo que nos está pasando.
Las últimas dos semanas yo he experimentado algo similar. No puedo decir que las cosas han ido mal, pero han sido de esas semanas que si no es una cosa es otra. Evidentemente, no perdí mi alegría ni que pensé que las cosas no iban a salir como debían; tampoco se vio quebrantada mi fe, pero si les puedo decir que me he encontrado angustiada y estresada.
En estos tiempos de pandemia y en donde pensamos que habíamos encontrado una luz con las vacunas, resultó al final no ser garantía de nada. El día de ayer la casa farmacéutica de Moderna aseguró que sus dos dosis solo generan anticuerpos por 6 meses, esto pensando en un organismo óptimo. Pensábamos que la luz de la vacunación nos daría aquella libertad que tanto extrañábamos, que tanto añorábamos. Pensamos que era un blindaje especial o que de alguna manera debilitaría al bicho. Y si, por los últimos meses nos confiamos. Nos abrazamos a la idea que podríamos contra la enfermedad. Que era una guerra ganada. Olvidamos los protocolos de bioseguridad, en algunos lugares desecharon la mascarilla, y queríamos volver donde ya no se puede. Queríamos volver al antes, y el antes no existe.
Por primera vez en este año, la enfermedad pegó muy cercana a mi hogar con todo y vacunas. No fue una leyenda urbana que me contaron del conocido de un conocido. Y aunque todos gracias a Dios estamos bien, incluso los contagiados, te pone a pensar, ¿qué es lo que nos pasa?
Cuando apenas teníamos 4 contagiados, cerramos fronteras, no podíamos entrar más de 10 personas a un local, desinfectábamos hasta las miradas y éramos tan cautelosos con todo lo que hacíamos, tocábamos y hasta pensábamos. Cuidábamos de nuestros adultos mayores de manera que no les fuera a pasar nada. Pero ahora tenemos 4,043 casos actuales activos y cada día somos más libres y más inconscientes. Por muy vacunados que estemos, no tenemos garantía de nada.
Es tiempo de partir nuevamente de las experiencias que casi dos años nos han dejado. Es saber qué podemos hacer y qué no. Es redoblar la guardia y cuidar de nosotros y de los nuestros. Es vacunarnos, sabiendo que no tenemos garantía de nada y lo hacemos con la esperanza de no terminar en una cama de hospital, o peor, en un ataúd.
Después de estas dos semanas de sustos y cuidados extras, he llegado a la conclusión que en la vida necesitamos tiempos así. Tiempos para reflexionar en dónde estamos y en qué podemos mejorar. En los que la angustia, un sentimiento tan poderoso, nos hará despertar y nos centrará en lo que podemos mejorar. Es ahora, después de semanas así, donde aprendemos a ser fuertes y resilientes. Que sin importar los días malos y las angustias que podamos pasar, estas solo nos harán crecer. Partamos desde las experiencias, desde los buenos conocimientos y volvámonos más fuertes y más sabios, con una posibilidad real de derrotar esta enfermedad.
¡Feliz Viernes! 😊
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