Todos tenemos distintos puntos de vista sobre la situación actual que vivimos. Puede que ya algunos estén viendo el fin de la cuarentena, otros apenas estemos tomándola en serio, pero lo que es indiscutible es que la vida nos ha cambiado a todos. Pero la pregunta del día es: ¿Estamos dispuestos a afrontar estos cambios? Todos estamos medio al tanto de los cambios económicos, materiales que trae esta crisis, pero los cambios interiores, ¿donde quedamos como humanidad?
Hace unos días un buen amigo me escribió y me dijo, “Que honor ser amigo de la influefencer.” Dejé lo que estaba haciendo y de inmediato le contesté para decirle, “Yo no soy influencer, soy escritora.” Para los que me han oído hablar se podrán haber imaginado el tono del mensaje. Mi amigo, conociéndome, soltó a reír. Comenzamos a platicar de cómo el mundo ha cambiado y que era un sentir colectivo que los “influencers” no habían cambiado con todo lo que pasa a nuestro alrededor; que la vida podía seguir superflua como lo había estado siendo hasta ahora.
Ayer leí un artículo que me inspiró a escribir este Viernes de Nicole y despertó aun más en mi la curiosidad de saber si hemos cambiado. El artículo habla de cómo, en efecto, la vida nos ha cambiado. De cómo “las generaciones de los últimos 40 años: x-enials, millennials y generación z, nunca nos habíamos tenido que enfrentar cara a cara a una circunstancia de semejante proporción.” El artículo continuaba y establecía cómo las generaciones pasadas “vivieron guerras, hambrunas, pobreza, recesiones económicas y quizás hasta una pandemia similar, la gripe española en la década de los 20.” Esto abrió una ventana o un espacio perfecto para que como humanidad nos pudiésemos concentrar en el “yo”. Mejorarnos a nosotros mismos, producir para vivir la vida de nuestros sueños. A medida han ido transcurriendo los años, esta cultura centrada en el “yo” solo ha ido en aumento. Adquiriendo así una cultura de “vitrina“, como lo establecía el artículo.
Somos descritos como generaciones líquidas.
Desde hace más o menos 5 años que empecé a escribir El Viernes de Nicole, me he visto involucrada en un mundo maravilloso, muy distinto a las resoluciones, audiencias y códigos a los que estoy acostumbrada. Si bien es cierto, siempre he dicho que soy escritora y no “influencer”, y no saben lo DIFÍCIL que puede resultar vender mi “producto”, soy culpable de subir selfies, de hacer videos sin sentido y subirlos a las redes; en fin, he hecho muchas cosas en estos pasados cinco años, no siempre las más constructivas, pero si sobrexponiendo mi vida. Pero en este camino, me he dado cuenta de lo que realmente quiero dejar. Si tengo una voz y la puedo usar, quiero que sea para impactar positivamente a las personas a las que yo puedo llegar. Me he dado cuenta que, si bien es cierto quisiera que mis Viernes de Nicole le dieran la vuelta al mundo, deberá ser de manera íntegra, positiva, sin traicionar los motivos por los cuales empecé y que tomará tiempo para alcanzar lo que busco.
Desde que nos hemos acostumbrado a vivir en este estilo de vida de vitrina, por muy hermosa y vistosas que sean desde afuera, podrán por dentro no ser tan vistosa como desde afuera. Y es mi percepción en particular, que creemos que una vez nos encontremos en los ires y venires del post Covid, todo será exactamente igual. Y lamento contrariarlos, pero no será así.
Creo que todos, sin necesidad de ser coronados influencers por las redes sociales y los millones de seguidores, nos podemos convertir en uno. Creo que es tiempo que dejemos de ser carretas y tomemos una posición de cambio positivo y que dejemos ya de seguir modas volubles.
Creo que si has llegado a ser influencer con los miles de millones de seguidores, tenes la responsabilidad de dejar una huella positiva a cada una de las personas a las que transmitís tu mensaje. Tenes la responsabilidad de generar contenido positivo y de crear un mundo más consiente, más unido y empático. No se puede ser inconsecuente, frívolo y desinteresado, ya que es el ejemplo que estás brindando a esas cientos de personas que te ven y que, en consecuencia, harán lo mismo. Esta pandemia nos ha demostrado que un mal común nos afectó a todos, y nosotros podemos demostrar que podemos ser el cambio.
Este evento casi apocalíptico no nos puede dejar siendo incongruentes con nuestras acciones. Es ahora, en este duro momento y los que vendrán, que debemos realmente dejar un trazo de luz y amor en éste mundo. Es ahora que debemos demostrar que la vitrina no está vacía, que no es solo un escaparate, que tenemos mucho por ofrecer. Debemos demostrar que la belleza no solo se queda para la foto, pero se traslada a la realidad. Es ahora nuestra gran prueba. Si nuestra meta es ser Influencers, yo les pido que lo hagan congruentemente. Que influencien al bien, al amor al prójimo, a la empatía, a la gratitud y solidaridad.
Dejemos ya “la sobrexposición de la propia vida con fines de suscitar admiración”, generemos admiración por nuestra posibilidad de cambiar el mundo en base de amor, empatía y gratitud. Propongo que seamos más conscientes en lo que hacemos y compartimos. Que estos cambios se vean realmente reflejados en nosotros.
Con esto no digo que van a dejar de ver fotos chistosas mías, pero si mucho más consientes. ¡Feliz Viernes! 😊
Si, es una selfie, pero es real. No tiene ni un filtro. 0 maquillaje. Solo yo.
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