Yo siento que hoy estoy en 34 de diciembre todavía. Es que realmente volver a tu vida normal después de las vacaciones es simplemente difícil. Para serles franca, no sé bien cómo volveré a comenzar mi rutina diaria, mis comidas ordenadas, mi trabajo y las actividades que cotidianamente realizo.
Hoy, ni siquiera sabía que era viernes, mucho menos Viernes de Nicole. Luego recordé que en todo este tiempo que tengo de tener el blog, jamás he fallado. Nunca he perdido ni un tan solo viernes. Siendo hoy el primer viernes del año, no podía ceder ante la pereza, el cansancio y el coma post temporada navideña. ¿Dónde quedarían mis principios, mi compromiso y mis propósitos de año?
Mi mamá me dijo el 31 de diciembre, “Cómo comienzas tu año, así será el resto del mismo”. Con mis hermanos hemos llegado a la conclusión de que esa hipótesis está algo errada, pero por si las moscas, no quisiera comenzar el primer viernes del año fallando.
Siguiendo esta secuencia de pensamientos, y en mi compromiso con El Viernes de Nicole, comencé a pensar en mis propósitos para este 2019. He tenido años en los que no tengo ni un propósito, he tenido años en los que me excedo de propósitos y finalmente no acabo haciendo nada.
Así que, este año medité a profundidad los propósitos, metas y deseos que quiero alcanzar. Cosas que tuvieran fruto significativo en mi vida y que pudiera ver a corto o mediano plazo cumplidas. Siento que a veces nos ponemos unas metas tan difíciles que nos cansamos y la dejamos tiradas, no cumpliendo nuestros propósitos.
Todos nos ponemos metas como ser 3 tallas menos, ir al gimnasio 2 veces al día, llevar un estilo de vida más saludable, dejar de fumar, leer más, ver menos televisión, ahorrar mucho más dinero. ¿Pero, se han fijado que esta motivación nos dura más o menos hasta Semana Santa, si acaso?
A mi parecer, a veces nos exigimos demasiado nosotros mismos. Queremos pasar de nada a todo. La construcción o destrucción de un hábito no es de la noche a la mañana. Fallamos porque nos establecemos propósitos muy grandes y poco realistas; tenemos muchos propósitos a la vez, somos poco específicos en nuestro propósitos y al final del año no tenemos claro que fue lo que nos propusimos ni por qué.
Quiero que se tomen un momento y piensen en sus propósitos. ¿Cuántos años llevan proponiéndose estas metas y cuántos años realmente las han cumplido? Encontrarán que realmente sus proyecciones no son tan buenas como esperaban.
Yo les propongo lo siguiente: en lugar de ponerse 7 propósitos de un solo, comencemos por uno. Uno que tengamos claro, específico. También lo debemos de escribir, no podemos dejar que nuestros propósitos sean ideas utópicas, ahí flotando en el aire. Así que, al escribirlo, lo estamos materializando. Tengamos un plan de acción para ejecutar nuestras metas y propósitos. Muchas veces tenemos una idea de lo que queremos, pero no podemos ni imaginarnos como vamos a llegar allí. El establecer un plan concreto y realizable nos ubicará más cerca a la consistencia de nuestra meta.
Mi último consejo sería comienza hoy mismo. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy. Ser constante y perseverante en nuestra meta, nos dará el impulso para terminar y la satisfacción de poder comenzar una nueva. Y ¿qué pasa si fallamos? Pues como llevamos un objetivo y una meta a la vez, es fácil reponernos. Tenemos un plan que nos esclarecerá cómo terminarlo.
Yo hice este ejercicio. Aunque no esté siguiendo mi propio consejo, tengo 3 metas claras para este año. Una de ellas es aprender a bailar. Tengo el deseo, el plan y toda la actitud, solo me faltan los pasos.
Espero que su 2019 esté lleno de metas espectaculares y que puedan realizar todo aquello que se propongan.
¡Feliz Viernes! 😊
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