En noviembre del año pasado escribí un Viernes de Nicole acerca de lo maravilloso que era tener amigas verdaderas. El blog tuvo tanto éxito que el sábado me escribió una persona para ver si me podía hacer una entrevista. Obviamente, yo me requete emocioné y de inmediato dije que sí. La siguiente semana me estaba entrevistando alguien que en mi cabeza era mucho mayor, alguien ya a punto de terminar la Universidad, ya que hablaba con la propiedad de toda una profesional. Para mi sorpresa, era una linda jovencita iniciando su carrera.
Hablamos y reímos por varias horas, aunque no nos conocíamos, era como que tuviéramos años de ser amigas. Días después, mi nueva amiga escribió un hermoso artículo sobre mi, cerrándolo magistralmente con una serie de cosas que aprendió de mi y una de ellas fue “Vivir la vida al máximo”.
Esta semana, mientras volvía a mi rutina, pensaba en mis metas de este año, mis planes, qué pretendía alcanzar. Tengo una lista interminable de cambios personales, profesionales, espirituales, físicos, filantrópicos, etc. Y cómo he aprendido que el que mucho abarca poco aprieta, los dejé en mi mente y decidí que aunque sé que tengo que realizarlos, los iré sacando uno a la vez o como se vayan presentando.
Mi amiga Hansi, la que redactó el artículo, me escribió oportunamente durante estos días. Me comentó que en la iglesia a la que ella asiste hacen cada año una lista de propósitos que quieren alcanzar en el año nuevo, los deseos más profundos de sus corazones, y se las presentan a Dios. Me dijo que entre sus deseos estaba algo que yo le había dicho, “Vivir la vida al máximo” y que ese era uno de sus propósitos. Cuando mi amiga me dijo esto, ordenó mi mente de inmediato.
Si bien es cierto, tenía cientos de propósitos para este 2020 y sentía que era una obligación alcanzarlos sin importar qué, pero se me olvidaba que lo que más importaba de cada momento o de cada reto era que durante el proceso yo estuviera viviendo la vida al máximo, gozando cada instante y saboreando cada momento.
Hace unos días me llamó un queridísimo amigo para contarme que había renunciado a un paso profesional muy importante que había dado. De inmediato lo regañé, le dije que cómo era posible, que él debía de persistir, que después de que todo se le había dado como él quería cómo iba a dejar eso tirado, después de que se me habían raspado las rodillas de tanto orar por él, cómo me hacía esto. Lo escuché y me dijo “Nicole, yo no estaba feliz. Estaba cansando, frustrado, decepcionado y deprimido. No estaba alcanzando mi propósito de vida, ni si quiera estaba viviendo”. Cuando mi amigo me dijo esto, le di la razón. Aunque había renunciando a tanto, no estaba viviendo su vida al máximo y aunque la decisión fue dura, su corazón hoy está en paz porque sabe que por fin empezó a buscar su propósito, a vivir la vida a su máximo esplendor.
Tantas son las veces que nos llenamos de propósitos y obligaciones. Pensamos que son cosas, eventos, situaciones o inclusive personas que nos traerán felicidad y nos obligamos a hacer cosas que realmente no amamos por pensar que en algún momento nos traerán felicidad. Perseguimos títulos, bienes y conocimientos, todo en busca de lo que nos hará más plenos, más felices; y nos tomamos tan en serio esta búsqueda de aparente felicidad, que rara vez disfrutamos del proceso, rara vez vivimos la vida al máximo mientras lo hacemos. Claro, no les estoy diciendo desistan de sus propósitos de año nuevo, que no bajen las libritas que agarramos en diciembre, ni que no aprendan ni alcancen nada, eso no. Lo que trato de decirles es que revisen su corazón y su mente y busquen qué realmente les trae felicidad y si sus propósitos están en consonancia con ellos. Porque la vida es demasiado corta y maravillosa para no disfrútala haciendo cosas que no nos traen dicha.
Por fin, después de casi dos semanas, escribí mis propósitos con claridad y cada uno de ellos me conduce a vivir la vida al máximo. No saben cuánto agradecí el mensaje de Hansi y la lección de vida que me dio mi amigo, demostrándome que nada que no nos haga plenamente felices vale la pena realizar.
El miedo a dejar algo que realmente no nos hace felices no nos puede detener para alcanzar nuestros sueños. Démosle una oportunidad a que nuestros propósitos estén directamente alineados con nuestros sueños y verán que fácil se realizarán.
¡Feliz Viernes! 😊
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