El viernes pasado no hubo Viernes de Nicole. Y cuando digo no hubo, quiero decir que ni si quisiera abrí mi cuaderno para apuntar alguna que otra idea que saliera de mi cabeza o de mi corazón. No llegó ni en sábado ni en domingo tampoco. Simplemente, por primera vez en 7 años: NO LLEGÓ. Cuando mi papá me preguntó “¿qué les vas a decir a tus lectores del por qué les has estado fallando en los días? ¿Cómo por primera vez en 7 años solo te hiciste la loca sin dar una explicación?” Le contesté: “Pues la verdad.”
Si hubiese sido en cualquier otra ocasión, hubiera sentido remordimiento o aquella pesadez de sentirme defrauda por no dedicarme a algo en lo que nunca había fallado, como tantas otras veces la he sentido cuando he estado a punto de no escribir. Pero la semana pasada no hubo ni una pizca de eso. Tal vez, por algún breve instante, pero muy, muy breve pasó por mi cabeza el tema de la relevancia. Si mis lectores se olvidarían de su escritora favorita de los viernes. Pero pensé para mi misma, “todos mis lectores en algún punto u otro en sus vidas, han pasado por esto que yo estoy pasando. Han perseverado en alguna empresa por tanto tiempo que en algún momento, por breve que fuera, necesitaron NO hacer lo que tanto aman”.
Porque yo amo escribir y amo escribir los Viernes de Nicole. No solo para ustedes, pero también para mi. A veces aunque yo quiera demostrar obstinadamente algún punto por acá, luego lo releo y lo analizo, y a veces me doy cuenta que tal vez tengo que meterle más a mis situaciones de vida de lo que tan fervientemente explico por aquí.
Así que la explicación de por qué no hubo escrito la semana pasada es sencilla: OCUPABA VIVIR.
Con “OCUPABA VIVIR” no me refiero a que estaba muerta o bien, presa de los Viernes de Nicole, porque no es así. Me refiero a que ocupaba vivir situaciones y experiencias que son trascendentales para nuestra vida, para nuestro presente y nuestro futuro. Momentos que no te podes perder y los atesoras con todo tu corazón, y no podes distraerte de ellos, por dedicarle tu atención a otras cosas.
Si hubiera detenido mi día, el viernes pasado, como usualmente lo hago los viernes para darle mi atención individida a estos escritos, todas mis actividades, ese “vivir” del que les hablo, se hubiesen pausado. Hubiera dejado de maravillarme ante lo que la vida me estaba presentando. Y si hubiera dejando de vivir, si me hubiera detenido en otra cosa, creo que no sería la escritora que ustedes quieren.
El Viernes pasado me dediqué a construir mi ahora, y no el “dame un segundo mientras termino el Viernes de Nicole”. Porque la vida es ahora. No es más tarde. No va a ser en el tiempo cuando me jubile de abogada, o de escritora, ni tampoco cuando por fin se resuelva esa situación legal que tanto espero. La vida es ahora y siempre será este el momento. Lo mejor que pude haber decidido fue vivir esos momentos. Dejar todo a un lado momentáneamente y decidirme a vivir. Me dediqué a jugarme la vida con la baraja de naipes que se me fue dada.
Decidirnos a vivir esos momentos únicos sin pestañeos es lo que hará de nuestra vida grata. El que pestañea, el que se distrae en lo que piensa que es la vida, se la pierde. Nuestras obligaciones formarán parte de nuestra vida y de quienes somos para siempre, pero no podemos perdernos de la magia de la vida por estas.
Así que mis queridos lectores, he vuelto. Sin excusas ni disculpas, pero con mucha motivación.
¡Feliz Viernes! 😊
Comments