Tengo tantos sentimientos en mi corazón. Tantas ideas en mi cabeza. Tantas cosas que quisiera gritar y no puedo. Desde hace dos semanas tenía presupuestado el tema de este viernes. Pensaba tirar la casa por la ventana hablando del compromiso de mi hermano Fer y mi nueva hermana Arabella. Este compromiso ha venido a llenar a nuestras familias de amor y alegría. No saben el orgullo que siento al ver a mi hermano, realizado y feliz. Aparte de esta gran alegría, mi hermano chiquito, Javier Marcelo, el día de mañana cumple 18 años. ¡18 años! Mi enano, como cariñosamente le digo yo, CUMPLE 18 años. Aquel bebé de ojos azules al cual Fer y yo nos peleamos para ver quien lo chineaba primero al llegar de la escuela, está a horas de convertirse en un adulto. Veía tan lejos esta fecha y ya mañana llega por fin.
No es que mis sentimientos hayan cambiado o se hayan apagado, porque esta alegría no la puede mermar nada. Sin embargo, mi felicidad se ha visto empañada momentáneamente por tristeza, indignación, impotencia y rabia. El día miércoles por la tarde, mi familia y yo perdimos a alguien a quien amábamos. Después de una segunda lucha contra el Covid 19, mi tío, Luis Antonio Enamorado Vaquero, falleció. No solo nosotros su familia lo lloramos, pero cada Sampedrano nos acompaña en nuestro dolor; es más puedo ser exagerada, ya que sé que es verdad, pero puedo decir que Honduras entera se vió tocada por su muerte.
Yo puedo sentarme acá y escribir las mil y una proezas que mi tío Luisito hizo por cada uno de los miembros de su familia. A todos nos ayudaba. A mi papá lo molestaba, a mi mamá la regañaba y siempre atendía todas sus dolencias y locuras. Sacaba tiempo de su ocupada agenda para pasar a ver y saludar a mis Titos cuando estaban con vida. A todas mis primas, a sus hijos y a mi, nos veía hasta si el pelo nos dolía. Cuidó a sus papas, a sus tíos, a sus primos y a sus hermanos hasta el último día. A todos nos sacaba sonrisas y nos curaba de todo.
Ustedes podrán pensar, “Ajá, pero, ¿en qué afecta esto a los lectores de El Viernes de Nicole? o ¿por qué nos tendría que impactar?” Mi tío Luisito, no solo era un excelente ser humano, pero un gran médico. Un médico que estudió para curar y salvar vidas, no para hacerse millonario. Cuando la crisis llegó al país, fue de los primeros médicos en decir presente. Al infectarse por primera vez, siguió los protocolos establecidos y se sanó, pudiendo así salvar múltiples vidas más. Al verse colapsado el sistema de salud, él ayudó a crear las salas de Covid en diferentes centros hospitalarios públicos. No solo entregó horas valiosas de sueño, tiempo con su familia, tiempo con su papá, pero entregó su vida por salvar miles más. Después de atender sin parar, el doctor Enamorado se reinfectó de Covid. Después de 3 semanas de lucha, de oración y de múltiples intentos, entregó su alma a Dios.
Ayer mi tío Luisito pasó visita por última vez en todos los centros de salud a los que sirvió con amor, integridad, templanza, honestidad y alegría. Era impresionante ver al personal médico, las enfermaras, alumnos, todos los que ahí se encontraban con lágrimas en sus ojos despidiendo a este gran hombre. Cuando les digo que Honduras entera se conmovió, es porque no ha habido noticiero que no muestre el dolor que Honduras sintió al perder a uno de sus más nobles y grandes servidores. He visto tantos mensajes amor. He leído a sus alumnos llorarlo y sentir su muerte. Su partida dejó un hueco realmente imposible de llenar.
Claro, mi tristeza está directamente relacionada con esta pérdida, pero más allá de esto, estoy enojada y me da mucha rabia ver a la gente en la calle como si nada pasa, como si la pandemia se acabó. Este ser humano tan útil, tan bueno, tan lleno de servicio, entregó su vida por salvar las de miles. Es una desconsideración, una falta de amor, una falta de respeto que nosotros andemos en bares, discotecas, en las calles como si no pasara nada. Que seamos tan egoístas que no podamos respetar las normas de distanciamiento social. Me parece un insulto que el gobierno en lugar de presentar soluciones, cada día le importe menos la vida humana. Me da tanta rabia ver que el Estado despide médicos ante la crisis porque dicen que no tienen con qué pagarles. Que en lugar de presentar soluciones concretas y reales, sorprenden nombrando gente que resulta ser más payasa de la que anteriormente estaba. Por muy no Viernes de Nicole que suene, si estoy enojada.
¿No se dan cuenta del daño y el dolor que generan? ¿No se dan cuenta de la gente que muere luchando por hacer lo correcto? A mi familia a mi nos tocó ahorita, sé que a muchos ya les tocó vivir este dolor. ¿Cuando parará? ¿Cuando comenzaremos a ser conscientes que la vida humana no es un bien o servicio que podemos comprar en el supermercado? ¿Cuando nos comenzará a importar lo suficiente para comenzarnos a cuidar, usar la mascarilla, lavarnos las manos en cada oportunidad y mantener el distanciamiento social? ¿¡Cuando nos comenzará a importar!?
Yo les vengo a pedir un favor en medio de este dolor: les pido prudencia. Les pido que cambien su manera de pensar. Que no dejen que la vida de mi tío Luisito, del doctor Enamorado y de tantos otros médicos, que han perdido la vida contra este terrible virus, queden en vano. Si no lo quieren hacer por ustedes, háganlo por los médicos que lucha día a día por salvarnos la vida.
Mi familia y yo sentimos mucho dolor por la pérdida irreparable de nuestro amado tío Luisito. Sin embargo sabemos que él cumplió con su propósito de vida. Sabemos que el miércoles cuando llegó al cielo, Jesus lo recibió con una sonrisa, ya que él explotó todos los talentos que le dio. Nosotros contamos con un héroe de capa blanca ya en el cielo. ¡Gracias por todo Doctor Enamorado!
¡Feliz Viernes! 😊
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