Sé que no es viernes y tampoco sábado, pero quería esperar a que fuera este día en donde voy a la eucaristía matutina y después custodio al Santísimo para poder escribir esta reflexión. Hoy, aquí a los pies de Jesús Sacramentado y pidiendo SU luz y que derrame sobre mi SU sabiduría escribo estas pequeñas líneas. Si les soy sincera, tengo dos viernes de estar tratando de escribir esto y la verdad, no me salía. Empezaba, perdía el hilo y salía como la reflexión de alguien haciendo pataleta. Tuve que pausarme y estar frente a ÉL para que salga lo que tiene que ser.
La semana pasada comencé a ver una serie que se llama “The Chosen”. Es una serie espectacular de cómo Jesús va llamando a sus apóstoles. Como va realizando los milagros. La verdad es que a veces, por mucho que lea la palabra de Dios, lea libros de grandes santos, tenga pláticas y enseñanzas con personas que saben mucho más, tengo huecos y espacios que no entiendo bien. Y no es que entre en mi la duda, para nada, pero esta serie me ha dado un entendimiento más claro y más visual de la vida de Jesús, de la Santísima Virgen Maria y sus apóstoles.
Jesús la verdad es lo máximo. Con una mirada, con una palabra y con solo un toque de su amor transformó la vida como la conocemos. Y si, era buen judio y pedía que se cumpliera la ley de Moises y cada una de las reglas de la Torá. Pero también veía al que no era bienvenido a las Sinagogas, los que eran desechados por haber errado o simplemente los abandonados, y en esas personas manifestó la gloria de Dios.
Unos de los milagros que Jesús realizó y que siempre me ha impactado, fue el del paralítico en la piscina de Bethesda. Se creía que un ángel movía las aguas de vez en cuando y el primero en entrar, sería sano de su dolencia. Durante 38 años estuvo el paralítico tratando de entrar, pero nunca alcanzaba a llegar porque no tenía quien lo llevara. Jesús en la fiesta más grande de los judios y en el “Shabbat” donde le era prohibido hacer cualquier trabajo, le dice al hombre paralizado, “¿Quieres curarte?” El hombre le explico porque no sanaba, y Jesús contestó, “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al estar ahí fariseos y judíos prominentes, le dijeron al hombre que no le era lícito cargar su camilla por ser sábado.
A Jesús nunca le dio miedo “romper” las reglas por amor, por ayudar al prójimo, por enseñar la misericordia. Jesús, para mi es de los primeros rebeldes la historia con la mejor causa: salvar al mundo. Pero sabiendo nosotros esto, me sorprende nuestra falta de misericordia. Cuando nos creemos que estamos más cerca, que gozamos de una posición especial nos creemos más que nadie, somos duros y se nos olvida fácilmente el prójimo. Nos volvemos como los fariseos juzgamos y reprendemos. Pensamos que los demás están por debajo de nosotros.
Últimamente, he sido testigo de la falta de compasión, misericordia y entendimiento que pueden tener “los líderes” de la iglesia sobre ciertos asuntos. A veces un pequeño líder en un asunto específico puede rechazar a una persona sin tener compasión de su situación. Marginan y quieren hacer inalcanzable a Dios, cuando este es un Dios vivo y de amor.
Jesús no vino al mundo a censurar el perdón, el amor, el respeto. Si alguien sufre o tiene un impedimento nuestro deber Cristiano es buscar ayudarlo. Jesús no te deja de amar porque vayas al Santísimo y hables en voz alta con Él, más bien en esa espontaneidad y alegrías que le llevemos más se va a deleitar. Él rompió con normas rígidas de miles de años de aplicación que hacían que las personas se sintieran rechazadas, ignoradas y lejos del amor. Jesús pidió misericordia y no sacrificio. Y hoy más de 2000 años después seguimos sin entenderlo.
Romper las reglas por un bien mayor jamás va a estar mal. Si nuestro corazón está en el lugar indicado y sabemos que hacemos las cosas bien, todo estará bien. Dios, si es un Dios de orden, pero también un Dios de amor inconmensurable que no privaría a nadie, sin importar su condición de pecador que se le acercara.
Causar la incomodidad contra los principios sin compasión establecidos por miles de años fue lo que hizo que Jesús salvara a la humanidad. Si ya tenemos un ejemplo tan claro ha seguir, ¿por qué escogemos ser jueces y sancionadores con nuestros hermanos? El camino es y será siempre el amor y la misericordia misma.
No seamos fariseos en la piscina negándonos al milagro porque no era permitido en ese día.
¡Feliz y bendecido domingo! 😊
Bellisimo!!! Me quedo con esto;
Dios, es un Dios de orden, pero también un Dios de amor inconmensurable que no privaría a nadie, sin importar su condición de pecador que se le acercara.
El camino es y será siempre el amor y la misericordia misma.
MARAVILLOSO Nicky!! Gracias🌿