Yo soy católica. Siempre lo he sido. He tenido épocas en las que me he alejado de la fe que profeso; sin embargo, Dios siempre encuentra la manera de encausarme en el camino que me corresponde.
Hace poco circularon por todas las redes y los medios de comunicación manifestaciones “Pro vida”. Puedo decirles que si entré en shock ya que tengo la convicción de que yo nunca abortaría, sin importar la circunstancia. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de cada una de las mujeres del mundo. No sabemos las penas por las que han pasado, lo que ha sucedido en sus vidas. ¿Qué pasaría con la vida del niño? ¿Sería rechazado? ¿Si se le da en adopción será feliz? ¿Estará destinado a un orfanato por el resto de su vida? ¿Deambulará las calles y comerá de un basurero? Todas estas son interrogantes que planteo en mi cabeza. Mi cabeza y mi corazón se encuentran en una constante disyuntiva, ya que quisiera con todo mi corazón poder afirmar, sin duda alguna, ser pro vida. Los días pasaron y nunca me pronuncié acerca del tema.
El 8 de marzo se celebró el día internacional de la mujer. Al rededor del mundo mujeres salieron a las calles a protestar por sus derechos. Este año fue muy particular. En distintos países del mundo las mujeres en aras de la “libertad de expresión” manifestaron el aborto de la Virgen Maria. Las representaciones dramáticas causaron diferentes tipos de reacciones. Una de las mujeres en Argentina orgullosamente compartió: “La virgen abortó en la catedral al patriarcado, la heterosexualidad obligatoria y a los mandatos misóginos de esta provincia medieval que saquen su imagen de las maternidades, que no prohiban más abortos en su nombre”.
El burlesco acto se llevó a cabo frente a la catedral. Así sucesivamente acontecieron actos en España, México e Italia. Existiendo miles que, queriendo profesar su libertad de expresión, hieren las susceptibilidades de otros grupos. Tanto la libertad de expresión y de religión se encuentran consignados como derechos fundamentales contenidos en los artículos 18 y 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En una situación en la que chocan dos derechos fundamentales, no existen fórmulas que darán una respuesta concreta, solamente existen “criterios orientativos”. Creo firmemente en respetar cada uno de los derechos del ser humano. Creo que cada ser humano puede labrar el camino que desee para su vida, sin alterar o vulnerar al otro.
Como católica, como mujer, me sentí profundamente dañada por las perturbadoras manifestaciones que expresaba mi tan defendido género. Los hechos agraviantes no solo se eran agresivos para todos los creyentes, sino también para la dignidad de la mujer. Estas mujeres que buscaban libertad, paz, y justicia, removieron con sus actos todo tipo de respeto que quisieran poder reflejar. ¿Qué tipo de feminismo es este? ¿Qué tipo de feminismo es el agredir al otro después de que hemos vivido en carne propia la opresión? El respeto es la base de una sociedad libre. Mi derecho termina cuando daño al otro.
Me pregunto yo, ¿A cuántos les parecería pasar por la calle y ver a una mujer representando a la Santísima Virgen Maria, abortando, haciendo la escena completamente dramática, llena de abundante pintura roja, simulando sangre y órganos por todas partes? ¿Que sentirían al ver esa perturbadora imagen sin importar sus creencias religiosas?
Un tribunal en Pamplona, España, condenó este tipo de actos “por herir las susceptibilidades religiosas” de los habitantes después de un sin fin de actos realizados en contra de la fe. La actitud de este tribunal me parece justa y valiente ya que, en un mundo donde los valores y los principios están quedando en el olvido, presentan un aire fresco al saber delimitar los derechos.
Los actos vandálicos se han seguido manifestando en contra de la fe al rededor del mundo. Nos hemos vuelto tan intolerantes; queriendo que se nos respeten nuestros derechos y pasando por encima de miles de otros. El desarrollo de la humanidad en lugar de ir hacia adelante se retrasa cada vez más. Las mujeres han luchado tanto por tener una voz, ser escuchadas, y tomadas en cuenta por tener derechos, que olvidaron sus luchas y están pasando por encima de los derechos de otros.
No les puedo decir que todas las incógnitas que tengo acerca del aborto hayan sido resueltas. Lo que les puedo decir es que el respeto al derecho ajeno es la paz. Que no podemos ir por el mundo ofendiendo todo lo que no nos parezca y agrediendo las susceptibilidades de billones de personas que creen que la religión forma parte de la intimidad más intrínseca de la raíz de la persona. Que solo porque no creamos no quiere decir que no podamos respetar. Que porque no compartamos lo que otros profesan no quiere decir que debemos agredirlos. Debemos saber en qué momento parar y no hacer lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros. Mi derecho y mi libertad terminan al momento en que trastoco al de otro ser humano.
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Voltaire
¡Feliz Viernes! 😊
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