Desde que me casé en octubre, la gente me ha preguntado por qué no escribo el blog. Tengo miles de excusas, pero la razón principal es la falta de organización. Sin embargo, a veces también pienso: ¿qué le puedo decir a mis lectores que ellos no sepan ya? La mayoría de ustedes se han casado, han ido formando su propio hogar, y, claro, muchos ya han recibido a sus hijos. ¿Qué podría aportarles esta servidora? Pero ninguna historia es igual, y la grandeza del ser humano radica en alimentarse de las experiencias y enseñanzas de los de demás.
Esta semana una buena amiga, que también está embarazada, me decía que debería escribir sobre lo que sufrimos las embarazadas. Cuando ella me lo dijo de verdad me pareció un tema buenísimo. Tanto me emocionó, que decidí escribir un Viernes de Nicole después de mucho tiempo.
Al darle pensamiento al tema, “lo que callamos las embarazadas”, mientras todo el mundo nos dice que disfrutemos de la etapa más hermosa, me puse a pensar en mi experiencia de estos últimos meses. ¿Realmente ha sido una etapa hermosa o es la capacidad que tenemos de romantizar un momento duro? Después de darle pensamiento, me di cuenta que sería una ingrata si dijera que está etapa no ha sido más que maravillosa para mi.
No puedo hablarles de náuseas, hambre desmedida, dolores de espalda ni calambres. Cada vez que alguien me pregunta sobre cómo me he sentido, asume de inmediato que ya pase por todos los achaques o que me he sentido mal, pero la verdad es que me quedo con cara de confundida porque por la gracia de Dios, mi embarazo ha transcurrido sin ningún problema. De las únicas dos cosas que les puedo hablar son del sueño incontrolable, pero delicioso. Y, del sentimiento y frustración que NADA te queda, y si te queda, te queda feo. Como si anduvieras una bolsa de basura gigante encima. Levantarte todos los días para ir a trabajar y que nada se vea bien, de verdad es un reto; no solo físico, pero también psicológico. Pero si pongo en una balanza todo, aparte de la panza gigante, ni enterada estaría que estoy embarazada.
Escribir un Viernes de Nicole sobre lo que callamos las embarazadas, viniendo desde mi experiencia, sería una deslealtad a la verdad y a lo magnánimo que ha sido Dios conmigo.
De lo que si les puedo hablar es de las bondades y las cosas maravillosas que el embarazo ha traído consigo. Aparte de tener parqueo privilegiado donde sea que vaya, lo cual es una verdadera maravilla, he descubierto más amor del que jamás podía haber sentido. He visto a mis papás, suegros y hermanos, esperar (aun desde la distancia) el avance semanal que tiene Julián. Estando lejos de nuestras familias, mi esposo y yo solo podemos decir que hemos encontrado un grupo de personas que esperan a Julián con la misma emoción que nosotros. Donde sabemos que aunque crezca lejos de sus abuelos, tíos y primos, encontrará aquí un grupo de apoyo lleno de amor. Donde podrían faltar brazos, aquí sobran.
Cuando dicen que todo niño viene con un pan debajo del brazo, me he dado cuenta que no se refieren solo a lo económico, pero a saber que siempre habrá alguien que lo cuide, lo guarde, se preocupe y lo ame también. Se refiere a acompañar a los papás en este proceso que tiene sus subidas y bajadas, haciéndoles saber que no están solos. Si se me permite ser justa, mi embarazo solo me ha dado personas que se preocupan por mi, por mi esposo, y por nuestro Julián.
Me parece a mi que al final del día todo se reduce a como ves el vaso. Si tu situación no ha sido la idónea, es importante ver que todo lo que estás pasando te va a catapultar a una bendición enorme. Si tu actitud es ver todo positivo, aún frente a la adversidad, la vida te va a sonreír siempre. Saber que por angustiosa o preocupante que sea una situación, podes enfrentarla de la mano de Dios, de tu grupo de apoyo, y confianza en vos mismo. La verdad, es que no hay prueba que no deje una enseñanza. Lo importante de todo es ir encontrando la bendición en cada circunstancia.
Así que no les puedo hablar desde la incomodidad ni desde la frustración. Les puedo decir que mi embarazo de verdad ha sido una época mágica. Donde el amor ha sobreabundado. Donde las adversidades han ido pasando una a una desde la fe y el apoyo de este grupo de personas que Dios ha puesto en el camino. La familia no solo se conforma de la gente que comparte tu misma sangre, si no esas personas que están a diario para vos y que hacen de tus alegrías, penas o miedos las de ellos. Esas personas son verdadera magia.
Este Viernes quiero decir “¡GRACIAS!”
¡Feliz Viernes! 😊
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