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Foto del escritorNicole Vaquero

Lo Bonito de tener amigas

Yo sé que muchas veces les he hablado de lo distinta que yo solía ser. Posiblemente, hasta aburridos los tenga ya de mis cambios. Dios llegó a mi vida y todo cambió, así de sencillo. Sin embargo, pasó algo increíble. Dios cambió un gran componente en mí: mi habilidad de socializar. Tardó un poco, pero lo logró. No sé si es por el tema de que yo crecí en un mundo de adultos, que las personas de mi edad nunca me han parecido tan interesantes. Siempre he tenido facilidad para hablar con los mayores. Mis gustos en TODO, siempre han sido diferentes.


Hace unos años estábamos en un viaje familiar y, tanto mis papas como mis hermanos, me iban haciendo bullying. Me decían que no tenía amigos. Que si me llegaba a casar, no iba a tener cortejo porque simplemente no iba a haber de donde escoger. Mi mamá hasta llegó a decirme que iba a poner de cortejo a todas las señoras de mi grupo de oración. Obviamente, respingué y aunque la idea de mis amigas del grupo de oración no me parecía mala (todas de 40 para arriba), no iba a dar mi brazo a torcer. Dije que si tenía y pues creo que a una persona le envié un mensaje para ver si ella me podía servir de damita. La persona me dijo que por supuesto que si.


Cuando me entra una idea en la cabeza, es más fácil arrancarme la cabeza que la idea. Así que esta línea de pensamiento continuó por mucho tiempo. Las que habían sido mis amigas en la escuela no eran una opción, no me hablaba con ninguna. Mis amigas de la vida tampoco. Después de torturarme por un buen tiempo, conseguí un par de nombres y dejé de pensar en eso.


Durante la semana me han pasado cosas lindísimas, en las que he comprobado que no solo tengo amigos bellos y verdaderos, pero que yo los disfruto y de verdad se siente lindo. Una de estas fue la siguiente: Mis mejores amigos que son pareja, iban a una boda. Mis amigos tienen un bebé de cinco meses, no tenían con quien dejar al niño. Muy valientemente, me ofrecí. De verdad, jamás pensé que confiaran tanto en mi para dejarme su tesoro más grande. Fue para mi un regalo poderlos servir y ayudarlos en ese momento. Honestamente, NADIE, hoy en día te da esa confianza.


Mis amigos se fueron, por lo menos lo que me demostraban a mi, en paz a la boda, mientras la niñera estrella se quedaba con el niño. Servir a los que amas siempre es lindo, es algo que te llena por completo el alma. Cuando Dios te quiere demostrar algo, se luce.


Después de eso, una de mis mejores amigas cumplió años. Ustedes no saben cuanto la quiero. Aunque ella está en Tegucigalpa, hablamos todos los días. Y ese día hablamos precisamente de lo amigas que nos hemos hecho. De cómo, las amistades que tenemos ahora son tan saludables y bonitas, y nos han ayudado a crecer y nos motivan. Fue impresionante.


Finalmente, vino una amiga que tenía un año más o menos de no ver. Cuando la vi, fue como que si no hubiera pasado un tan solo día, con la excepción que la última vez que la vi, ella estaba embarazada de su primer bebé que ya tiene 1 año y el otro viene en camino. El amor y el cariño estaban ahí intactos. Hablamos de que aunque nos conocíamos de toda la vida, nunca habíamos sido tan cercanas como ahora. Que Dios nos va poniendo las personas correctas en cada paso del camino para ayudarnos a crecer.


No saben ustedes lo bendecida que me sentí. Obviamente, no les hablo de un ejército de personas, pero si tengo amistades verdaderas. Amigas con las que puedo hablar horas y que todo parece nuevo. Empecé a pensar en las personas que son mis amigas, del sistema de apoyo tan hermoso que tengo. Personas con las que puedo compartir cada cosa, nos alegramos de nuestros triunfos, nos solidarizamos en las dificultades y siempre estamos para apoyarnos, no importa qué.


Yo pensaba “que bonito es tener amigas de verdad, que te amen, te molesten, que compartan cada situación, buena o mala; y, sobre todo, sean personas reales.” Porque la verdad en este mundo tan plástico una persona real es difícil de encontrar.


Aunque yo he amado mi soledad, que siempre me ha parecido adictiva, tener amigas me parece lo mejor del mundo. Mi abuelita siempre me dijo que la familia es de nuestra misma sangre, pero los amigos son de nuestro mismo espíritu y aunque en aquel tiempo no me interesaba el refrán de mi Tita, hoy por hoy compruebo que es verdad. Mis amigas me ayudan a edificarme, son mis compases de moralidad, me regañan cuando tienen que, me acompañan y están en las buenas y en las malas.


La amistad es algo que nos enseñan de chiquitos. Es una virtud que se inculca. Puede que seamos dichosos de mantener una amistad desde los 3 años hasta la vejez o puede que no, puede que la vida te presente personas increíbles en medio del caos que se nos presenta. Uno aprende que una amistad no crece por la presencia de las personas, sino por la magia de saber que aunque no las ves, las llevas siempre en el corazón.


La amistad es una de las fuentes de felicidad más grandes. Tener amistades brinda al ser humano la posibilidad de compartir nuestro mundo interior, nuestro miedos y temores, inquietudes, sentimientos, etc. Ese nivel de confianza, sin que se nos juzgue es único.


Aunque me tardé un poco en mis habilidades de socializar, Dios realmente se pulió con las amistades que me regalo. Como les dije, no tengo cantidad, pero si calidad. Día a día mis amistades van creciendo y solidificándose a través de las experiencias diarias. Hoy en día no podría imaginar mi vida sin ellas. Me siento feliz y dichosa de tener amigas tan reales.


¡Feliz Viernes! 😊

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