Todos tenemos o hemos tenido tías. Esas personas que tocan de manera especial nuestras vidas. Esas que, sin ser nuestras madres, nos guardan, aman y aconsejan.
Hoy está de cumpleaños una de mis tías, mi tía Laura. Una mujer formidable que nos ha sabido dar a cada uno de sus sobrinos, un lugar especial en su corazón.
Aunque yo tengo muchas tías a las que amo con todo mi corazón por el lado paterno, siempre me crie muy cerca de mi tía materna. Mi mamá cuenta con una sola hermana, y, al momento en que yo nací, ella era tan solo una estudiante, lo que me convertía a mí en el “chin chin” perfecto. Al irse a trabajar mis papás, estando yo muy pequeña, me dejaban en la casa de mis abuelos; y, aunque era los ojos de su cara y me consentían como nadie, no me escapaba de una que otra regañada, ni de atender mis obligaciones.
Con mi tía Lori, todo era increíble. Cada día era una aventura. Ya fuese para ir a por el “roll de las 5”, que me rescatara de la escuela por algún “dolor de estómago”, me llevara a por un cono con sus amigas, o simplemente andar en el carro con ella haciendo mandados: todo parecía fantástico.
En cada una de mis etapas ella ha estado presente, sin importar por qué etapa hormonal he estado yo, ella ha seguido amándome.
Las tías son tan importantes para los niños porque son como una segunda madre, aunque parezca feo; los padres tienen el deber de corregir y educar, mientras que la tía puede hacerse la loca con los berrinches y consentir sin preocuparse de no hacer su deber. La relación que existe entre tías y sobrinos es muy fuerte ya que existe esa combinación perfecta entre amistad, protección y apoyo.
Hay una frase que dice: “Las tías son las únicas que pueden amarte como una madre, guardar secretos como una verdadera hermana, comportarse como una verdadera amiga y reprenderte cuando hace falta”. Y es cierto. Las tías son esa fusión magnífica y esa combinación que nadie más tiene. Siempre tienen el tiempo y las ganas de ayudarte con amor, puedes abrirte con facilidad porque sabes que te aconsejaran de la mejor manera y nunca te “chismosearian” con tus papas. Aunque a ustedes se les haga imposible de creer, yo no siempre he sido esta persona tan amorosa (jaja). He tenido mis subidas y bajadas, y aunque he tenido disputas monumentales con mi tía, ella nunca me ha dejado de amar. Jamás ha dejado de apoyarme y de consentirme.
Al salir embarazada de su segundo, hijo hace 9 años, les confieso que estaba muerta de miedo de que fuese niña. Todos los días le pedía a Dios que fuera un varón, ya que si era niña, me vendría a robar el foco de atención que por tanto tiempo yo había ostentado. Mis oraciones fueron escuchadas, tuve un hermoso primito al que tengo la bendición de llamar mi ahijado. Aunque hubiese sido niña y yo tuviera mis temores, sé que jamás hubiésemos tenido un conflicto; bueno… más que el de las herencias. Mi tía no me dejó de amar y sigo siendo su consentida.
Yo sé que no existe el día oficial de la tía, pero debería. Me tomo un momento hoy para reconocer la grandiosa labor de estas mujeres que nos aman tanto y siempre están con nosotros. En especial, celebro la vida de una mujer formidable que ha sabido darle a cada momento su lugar. Que siempre tiene tiempo para todos y no solo consiente a sus sobrinos, pero le da a cada uno, grande o pequeño, todo aquello que desee. Celebro la vida de este espectacular ser humano a quien tengo la fortuna de llamar tía, madrina y comadre.
Piensen en todas sus tías, y si tienen la fortuna de tenerlas cerca, abrácenlas y agradézcanles por todo ese amor maravilloso que supieron sembrar en ustedes, porque gran parte de lo que somos hoy se lo debemos a ellas.
¡Feliz Viernes! 😊
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