“Enamórate de ti, de la vida. Y luego de quien tú quieras”, fueron las palabras de la inmortal Frida Kahlo. Me parece la idea perfecta para cerrar un mes completa y absolutamente dedicado al amor. Para mí, el amor es la fuerza que mueve el mundo. Es con amor que todas las cosas son posibles. Todo con amor es mucho mejor.
¡Uyy! Pero cuánto nos encanta ver las cosas con desamor. Cuánto queremos montarnos películas en la cabeza y complicarnos la vida; cuando la vida, vista a través del amor, siempre resulta mejor y siempre es la manera natural en que las cosas se desenvuelvan. Nosotros, los seres humanos, nos complicamos grandemente. No le damos la oportunidad al amor para que actúe de manera natural y suceda lo que ya está predestinado a ser. Dedicamos más tiempo a la preocupación que a la felicidad. La felicidad es realmente una extensión directa del amor.
A veces en el afán de vivir sin despeinarnos, atamos nuestros sentimientos en vez de revelarlos y no nos damos cuenta que es un error que podemos pagar muy caro. La sensibilidad y apertura son un don que debe ser potenciado, porque vivir desde el corazón es lo que nos hace especiales y auténticos. Cuando nos demos cuenta de esto, sabremos por experiencia propia que todo lo bueno en la vida despeina.
Si lo pensamos, cuando nos sabemos y sentidos amados, TODO tiene sentido. Todos los caminos que parecían torcidos se enderezan y todo lo que nos parecería gris y triste se torna brillante y maravilloso. Cuando permitimos que el amor entre a nuestra vida, moldeamos las piedras en nuestro camino y donde nos podemos tropezar o caer, podemos poner puntos suspensivos. Podemos, a través del amor, crecer y vivir.
Vivimos quejosos, cansados y ahogándonos en cuantos problema tenemos y no nos damos cuenta que el tiempo, así como es de eterno es efímero, y no vale la pena desgastarse y enojarse con la vida cuando ésta nos de limones, lo más sabio y prudente es buscar tequila y sal para reír ante la adversidad.
Cuando el amor se abre en nosotros, damos paso a la resilencia, autocontrol y asertividad. Todo se tranquiliza y nos damos cuenta que podemos confiar en que todo estará bien; que podemos mantener nuestra paz si somos dirigidos por el amor, sin importar las circunstancias adversas que se presenten, porque el amor perfecto echa fuera todo temor, y sabemos que podemos tener la habilidad de contestar exactamente a la vida lo que debemos y sentimos.
La vida debería ser “amarilla” (amar-y-ya). No deberíamos andar perdiendo el tiempo buscando otros antídotos, ni otros métodos, cuando está más que comprobado que es posible poner el enojo a un lado y ver a través de los ojos del amor. Tenemos que aprender que a través del amor todos los logros, por pequeños que sean, merecen ser celebrados; y que los “fracasos” solo se deben reconceptualizar.
Enamorarnos de nosotros y de la vida nos enseñará que el amor en ningún aspecto de la vida se mendiga, y que si hay que hacerlo, NO ES AMOR. Debemos apoyarnos en los hombros de esas personas que, cuando nos abrazan, logran destruir todos nuestros miedos y saber que podemos dar exactamente lo mismo. Tejamos nuestra vida al compás de nuestro corazón, sin perder de vista que la vida pasa y que lo más importante es amarla.
Amemos con fuerza, ni a medias, ni en colores grises. Amemos fuerte a los demás, a la vida y a nosotros mismos. No nos perdamos en lo intrascendente ni superfluo, amemos, así como la vida amarilla.
¡Feliz Viernes!😊
Excelente reflexión