Esperar que algo se solucione resulta muy complicado. Nos aferramos a la fe, a las súplicas, a encender una vela. Bajamos todo los santos y cuando no vemos respuestas, nos frustramos. Perdemos la esperanza y nos sentimos derrotados. Tratamos de buscar consuelo diciendo y pensado que si no pasó de cierta manera es porque algo mejor nos espera, o, si Dios no dejó que pasara es porque de algo nos estaba salvando. Y aunque todo esto sea cierto, nuestro pinche razocinio humano no se complace del todo con esta explicación. Nos sentamos y esperamos hasta que pase otra cosa.
La semana pasada yo conversaba con una persona y le decía que por primera vez en mi vida, todo se encontraba en pausa. Le explicaba que por donde sea que buscara estaba esperando que algo pasara y que todas las cosas iban enlazadas. Aunque son asuntos distintos, todos están conectados y le decía que no podía hacer una cosa porque la otra no salía. Lo peor de todo es que NINGUNO de los asuntos que les menciono depende de mi para su resolución. Así que mi tarea era esperar y rezar a que tuviera alguna luz. Como les mencioné hace un momento, esperar nunca es fácil.
La persona a la que le comentaba todo esto, me animó diciendo que al final del día terminaría más fortalecida y que la espera habría valido la pena. Que al tener las respuesta podría escribir un libro contando las anécdotas de la “Eterna Espera”. Me alentó a que siguiera perseverante en mi oración y en mi actitud, que no bajara la guardia.
Uno de los días de más estrés y frustración por no tener ni siquiera un pedacito de luz en cualquiera de los asuntos, escuché un “podcast” que se llama “Pasando de creer a esperar”. Honestamente, ni me fijé en el nombre. Lo hice automáticamente porque necesitaba escuchar algo más que el sonido ensordecedor de mis propios pensamientos. Al empezar, el hombre que hablaba decía cuantas veces estamos esperando algo y estamos rezando y no vemos los frutos. En esa espera nos frustramos y llegamos a creer que lo que queremos y esperamos nunca va a pasar. El interlocutor presentaba una solución a esta desilusión y a esta frustración. Decía que en lugar de estar esperando estérilmente, que por qué no mejor le poníamos acción a nuestra espera. Que podíamos ejecutar pequeñas acciones creyendo que lo que pedimos va a llegar a pasar. Ponía el ejemplo de una joven pareja de recién casados que compró un juego de comedor demasiado grande para el apartamento en el que vivían. Cuando lo invitaron a conocer el apartamento, a él le pareció un poco raro un comedor tan grande para un lugar tan pequeño, pero no dijo nada. De la joven pareja salió ofrecer una disculpa por el comedor tan grande para ese espacio tan ajustado, pero que era para su nueva casa. Él con mucha alegría les respondió que no sabía que se mudarían a una casa. A los cual ellos respondieron: “No tenemos la casa, pero sabemos que aquí no nos quedaremos por mucho y comprar este comedor tan grande es nuestra manera de manifestar que lo que estamos pidiendo viene en camino”. El cuento terminaba en que aunque pasó un buen tiempo, la pareja siguió comprando muebles para su futura casa y cuando menos lo esperaron, esa mudanza por fin llegó y llegó mejor de lo que alguna vez ellos esperaron.
Escuchar esto me dio una tranquilidad enorme y decidí meterle acción a mi fe y a mis súplicas. Claro, seguiría bajando todos los santos del cielo y seguirá creyendo que lo que pedía iba a pasar. Pero no iba a seguir solo esperando, si no que realizaría una acción para saber que eso que yo esperaba, llegaría. Esa misma noche me dispuse a realizar mi acción con fe, un poco de vergüenza porque mi acción consistía en pedirle un favor a un tercero y la verdad, era un favor loco. Cuando mandé el mensaje explicándole a la persona el favor que necesitaba, y qué había detrás de todo, me dijo: “POR SUPUESTO QUE SI”.
No me van a creer lo que les voy a decir, pero al día siguiente de meterle acción a mis súplicas, tuve la respuesta más esperada y de la cual dependían todas las otras. Mi estado de shock fue enorme y mi gratitud aún lo fue más.
Esperar siempre es frustrante. Es frustrante tener paciencia cuando ya la has tenido por mucho tiempo. Es difícil mantener una actitud de victoria cuando el tiempo pasa y pasa, y no hay resultados. Lo más fácil es creer que ya no va a pasar o no volverle a dar pensamiento y que pase lo que tenga que pasar. Pero no, esa no es la actitud. Debemos meterle acción a nuestra fe, a nuestra espera. No solo es esperar de brazos cruzados, es creer que va a pasar. Actuar bajo la actitud que lo que lo que estás pidiendo, lo que estás esperando, viene en camino y que va a pasar. Si estás en la espera que algo suceda, ejecutá una pequeña acción como si ya tuvieras ESO que estás pidiendo.
Lo más importante de las cosas que yo esperaba, ya salió y le ha ido dando forma a todas las otras. Todavía estoy a la espera de dos, pero sé que tengo que creer, tengo que confiar y caminar hacia eso que quiero, creyendo que ya lo tengo.
¡Feliz Viernes! 😊
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻 linda reflexión. Avanzar, entregando a la voluntad divina y continuar con la acción humana.