¿Conocen ustedes a personas sumamente alegres? ¿De esas personas que pareciera que salen de un catálogo porque sin importar qué pasa, siempre están alegres? Ese tipo de personas que les brillan los ojos porque su alegria proviene de lo más profundo de su alma. Yo, en lo personal, procuro siempre estar alegre, pero de verdad hay días que me cuesta. Hay días en los que me levanto y sé que soy bendecida, pero algo se me cruza y “puff” hago cortocircuito, pierdo por momentos la alegria. No les digo que no la retome, pero si la pierdo.
Yo veo a gente que le pasa de todo, que les llueve sobre mojado, pero aun así, su alegría y su espíritu no desmejoran, siempre tienen una sonrisa, siempre tienen la buena voluntad de ayudar a los demás, siempre se ofrecen y sin importar las circunstancias de la vida SIEMPRE, SIEMPRE están alegres.
Y llámenme loca, pero yo creo que ésta es una cualidad digna de admirar. Sin embargo, tenemos factores que a diario nos bombardean para robarnos eso tan preciado. ¿Defendemos nosotros la alegría? ¿Damos la lucha en contra de lo que sea que se manifieste para robarnos la paz y alegría o dejamos que nos absorba lo malo?
Creo que el día a día nos absorbe. Nos llenamos de problemas, de angustias y de cargas y eso aminora nuestra alegría. Esta semana a mi me pasó. Yo había andado re alegre, había tenido una paz sobreabundante, la gente hasta me decía que qué alegre me veía. Esta semana tuve unos días que no les puedo contar. Aunque yo me levantaba alegre, aunque sonreía, tenía una gran incertidumbre, un gran temor y a mi para que eso se me refleje en la cara es muy fácil. Así que todo ese brillo de alegría que había tenido los días anteriores, se borro. Hasta más arrugas me salieron y no por estarme riendo. Así que por varios momentos de esta semana perdí la alegría. Lo peor de todo es que me deje embargar por este sentimiento de angustia y de tristeza, contaminando mi alegría por vivir, mi alegría por luchar. Dejando mi sonrisa a un lado y dejándome sobrecoger por los problemas momentáneos.
El punto es que nosotros no debemos perder la alegría por nada. No podemos dejar que los problemas nos corten nuestro motivo de alegría. Nuestra misión en esta vida es defender la alegría como una trinchera, como diría Benedetti. Defenderla del escándalo y de la rutina, de las infamias y los graves diagnósticos. Defender nuestra alegría ante todo y contra todo. Podemos todos ser personas salidas se catalogo, sabiendo que nuestra problemática no tiene nada que ver con nuestra alegría y que al separarlas seremos personas más felices.
Así que a defender la alegría como bandera, como principio, como destino, como una certeza, pero más que nada, como un derecho.
¡Feliz Viernes! 😊
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