Desde que escribo el Viernes de Nicole, siempre dedico los viernes santos a la reflexión de mi cuaresma. Este año no será la excepción. Me parece a mi que al compartir mi experiencia de estos 40 días podemos ver en qué hemos fallado, en qué podemos mejorar y, claro está, que si mi experiencia los puede ayudar, ni cosa mejor.
¿Han dicho ustedes alguna vez, “después de las pruebas que Dios me ha puesto lo que venga será chiquito”? Al prepararme para los 40 días, yo cometí la imprudencia de pensar en esto mientras escogía cuidadosamente mis ayunos. Cometí la osadía de pensar en mis cuaresmas pasada y decir “¡pfff! después de los años y pruebas pasadas, nada puede ser peor”. ERROR y GRAVE. Ahora en mi oración diaria me rio y le digo, “Señor nada más era una observación, no un reto”. Porque realmente esta cuaresma me sacudió y estremeció de maneras que yo JAMÁS imaginé.
Yo había estado teniendo ciertas dificultades en un área de mi vida. Problemas como los tenemos todos, pero no aquello que me ahorcara ni desesperara. Un día antes del miércoles de ceniza, “¡plas!” Esa área de mi vida literalmente explotó. Fue terrible. Perdí el sueño y el hambre. Los ayunos que me había propuesto eran todo menos difíciles ya que mi problemón abarcaba y consumía cada uno de mis pensamientos, sentimientos y hasta respiros. Fui sometida al más terrible de los escrutinios y hostigada en maneras terribles.
Todas las madrugadas me despertaba y comenzaba a orar. Le pedía a Dios que me diera tranquilidad y paz para poder seguir adelante. Le pedía a Dios que sin importar el resultado, me sacara del problema de una vez por todas. Los problemas seguían llegando y justo cuando más me estaba ahogando, Dios en su INMENSA misericordia me mandaba enormes alegrías. Cuando más fuerte me azotaba la tormenta, Dios me sacaba y me daba un respiro. Dios me mostraba su amor en maneras que yo nunca lo había sentido. Y, ¿saben qué? Que todos los días siguieran siendo las tormentas o más fuertes, ya no importaba. Dios me daba unos respiros que necesitaba para poder seguir adelante. No solo seguir adelante normalmente, sino con más fuerza e ilusión.
Todas las cuaresmas y períodos de ayuno realmente hacen una labor increíble en nuestras vidas. Sin embargo, nunca hay dos períodos de reflexión iguales. Dios nos muestra su amor y de diferentes maneras. A mi por ejemplo, Dios me recordó que debía adorarlo, amarlo, alabarlo, estar más cerca de ÉL en mi desierto. Amar y agradecer mi desierto y confiar que Dios jamás me dará algo que no pueda manejar.
Desde la cruz, Jesús nos enseña la valentía de la renuncia. Porque si vamos cargados de pesos que estorban nunca avanzaremos. Él nos abre los espacios para soltar y mostrarnos SU gloria. El enemigo quiere que estemos ansiosos por cosas que ni si quiera son problemas reales, por cosas que ni si quiera han sucedido. El reino de Dios es justicia, paz y gozo interior en el Espíritu Santo. El reino de Dios lo es TODO.
Mis dificultades no han llegado a un desenlace. Siguen estando, pero tengo la plena convicción de que soy hija consentida de Dios y lo que sea que suceda solo me acercará más a ÉL. Que Jesús me haya dado la oportunidad de entender esto en esta Cuaresma, no tiene precio. Se qué Jesus me espera con los brazos abiertos y que sin importar mis dudas y mis temores, Jesús siempre está ahí.
¡Feliz Viernes! 😊
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