Ayer celebramos el día de Acción de Gracias. Entiendo que es una celebración estadounidense, pero siempre me ha parecido un día increíble para celebrar. El día de acción de gracias da un sentido de inicio a la temporada navideña. Es como disponer nuestro corazón para la temporada que trae tantas cosas bellas a nuestras vidas.
Desde que escribo este blog, reservo este viernes para contarles de las tradiciones que con mi familia cumplimos, para dar gracias por lo que tenemos y, por supuesto, describirles los deliciosos chícharos que hace mi papá. Este año no será la excepción. Les hablaré de la gratitud, de amor y la luz que experimenté ayer.
Cuando mis Titos vivían, la celebración de este día era en su casa. Llegaban sus amigos, los amigos de mis papás, mis tíos, sus amigos, los vecinos, sus hijos y el padre Juan; en fin, éramos un montón. Mi Tita había empezado a hacer una semana antes el pavo y se había quejado desde hace 1 mes de tener que hacerlo. Era un banquete completo. Una verdadera fiesta que giraba alrededor de la familia y la gratitud. A través de la vida los invitados fueron cambiando, pero la celebración siempre se mantuvo. Sin embargo, sus vacíos se sentían. Aunque era lindo y la comida deliciosa, las cosas habían cambiado.
Ayer volví a tener esa sensación después de tanto tiempo. Ayer en medio de risas, música, exquisitos olores y sabores, en un ambiente lleno de amor, volví a tener ese sentimiento de alegría y de integridad que hace años no sentía. Se oían murmullos de tantas conversaciones pasando a la vez, de tantas risas, niños corriendo y todos compartiendo juntos. Cuando nuestro anfitrión dio las palabras, se bendijo no solo los alimentos que nosotros íbamos a recibir, pero los alimentos del mundo entero.
Pero lo que de verdad tocó mi corazón fue la convicción que todos habíamos pasado miles de circunstancias difíciles desde el 2020 hasta el día de hoy. Habíamos superado millones de obstáculos y estábamos dando gracias por eso. Porque estábamos, después de una temporada tan a cuestas, todos reunidos alrededor de tanto amor. Agradeciendo a Dios y a la vida por tanto.
En estos tiempos, más que nunca, la salud y la vida son los bienes más preciados que podemos tener. Una casa llena con las personas que amamos y nos aman es el regalo más grande; y es motivo agradecimiento y apreciación.
Así que agradezcámoslo todo, todo lo que viene, bueno y malo. La gratitud es el solvente que diluye la queja. El toque mágico que atrae la abundancia. La decisión de no renegar. La posibilidad de darle paso abierto a la alegría. La mayor prueba de nuestra humildad.
Agradezcámoslo todo. Agradezcamos por estar, por ser, por tener, por ganar, por perder, por ir, por venir, por intentar, por errar, por conocer, por sentir y por la presencia de los demás en nuestra vida.
Veamos a nuestro alrededor. Llenémonos de amor por todas las experiencias y las lecciones que la vida nos ha dejado. Valoremos los momentos y a las personas que tenemos. La gratitud da sentido a nuestro pasado, trae paz a nuestro presente y crea una magnífica visión para el futuro.
¡Gracias vida por darme tanto!
¡Feliz Viernes! 😊
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