Antes que nada les quiero desear a todos una muy Feliz Navidad. ¿Sabían ustedes que en los últimos 6 años nunca había escrito un viernes de Nicole en navidad? Siempre ha sido un día antes o un día después, pero nunca en 25 de diciembre. Al ser este 2020 tan atípico, se me regaló la oportunidad de llegar a sus corazones en este día tan especial.
Así como yo, imagino que muchos de ustedes están desvelados y cansados. Así que en esta edición espacial trataré de ser breve y sustanciosa.
Creo que todos bromeamos y nos reímos con el hecho de seguir en pandemia en Navidad. En junio, cuando empezaban a enviar los memes con las mascarillas navideñas, nos parecía tan cómico y veíamos tan lejanas esas fechas. En un abrir y cerrar de ojos, la Navidad llegó y creo que muchos no sabíamos cómo proceder ni qué esperar.
Como familia, nosotros guardamos muchas tradiciones. Una de ellas es celebrar por todo lo alto el nacimiento de nuestro redentor. De verdad, la víspera de Navidad en casa de mi tía tiene de todo: música en vivo, comida deliciosa, gente que entra y sale, mucho baile, y sobretodo muestras de amor desmedidas. Obviamente este año sabíamos que sería diferente. Todos teníamos el miedo latente al contagio.
Después de platicarlo se establecieron las medidas de bioseguridad pertinentes y nos decidimos a tener nuestra tradicional fiesta navideña. Mi tía y mis papás se esmeraron para que pese a todas las restricciones y limitaciones tuviésemos una Navidad sensacional.
Al estar sentada, después de bailar en tacones (después de un año de no hacer ninguna de las dos) pude contemplar el cuadro completo. Un cuadro repleto de amor y gratitud, lleno de alegría y consideración. Aunque las sonrisas eran algo difíciles de observar por el uso de la mascarilla, los ojos no mentían. Lo que abundaba ahí era el amor, el amor que nos tenemos los unos a los otros. Me di cuenta que lo realmente importante nunca es dónde ni cómo, si no con quién.
Al marcar las 12, quemamos el Covid 19 y agradecimos a Dios por la bendición de estar juntos, sanos y felices, estrechándonos de la manera que pudimos.
Nos vemos.
La verdad es que podemos ser felices con tan poco. Sentirnos plenos con las cosas más pequeñas. Podemos disfrutas de los gestos de amor y quedarnos con todo lo bueno. Esta situación tan horrible y dolorosa nos ha dejado una enseñanza hermosa: el amor y la familia es lo único que permanece.
Así que mis queridos amigos lectores: ¡Feliz Navidad nuevamente! Recordemos siempre que esta bendita fecha une al mundo en la más grande conspiración de amor.
No hay nada como la familia
¡Feliz Viernes de Navidad!😊
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