Ayer se celebró por todo lo alto el Día de Acción de Gracias, festividad originaria de Estados Unidos. Desde hace un buen tiempo, en varios hogares de Honduras, se adoptó la tradición.
Desde muy chiquita se me inculcó la importancia del Día de Acción de Gracias. Mis abuelos introdujeron esta tradición desde muy temprano. Siempre era una invitación abierta, llegaba desde el cura, que era vecino, hasta amigos cercanos de mis abuelos, tíos, papas, etc. Siempre era una mesa interminable de personas en la cual se compartían risas, anécdotas y oraciones en gratitud por todo lo que tenemos.
Este año, los integrantes de la mesa han cambiado sustancialmente. Mis abuelos, el cura, y mis tíos no se encuentran con nosotros. Mis primos se han mudado y los amigos de siempre ahora celebran con sus familias. Sin embargo, sus sillas no quedaron vacías. Nuevos integrantes se han unido, creando siempre esa linda armonía que por años ha reinado.
A mi me preguntan, “¿Por qué celebras el Día de Acción de Gracias si sos hondureña y esa es una costumbre americana? ¿Por qué necesitas un día en específico para dar gracias y no lo haces todos los días?”
Yo sé que no es una tradición hondureña, sin embargo nosotros copiamos tantas cosas, que por qué no implementar algo tan significativo a nuestras vidas: dar gracias. Y si bien es cierto, yo DOY gracias a Dios por cada cosa, circunstancia, sentimiento en la vida; pero lo hago sola, en mi intimidad y a diario. Este día en específico, lo hacemos todos juntos. Dando gracias por cada alegría, por la dicha de poder estar juntos. Damos gracias en conjunto por todo aquello que se nos ha dado y que a veces pasamos de largo porque creemos que es obligación que la vida nos de cosas maravillosas.
Porque si ustedes no se han dado cuenta, tener una familia amorosa, que se pueda sentar a compartir la cena, rodeada de risas y amena conversación, es el más grande de los regalos. El hecho de tener algo que comer y un techo que nos albergue es motivo más que suficiente para unirnos en oración y dar gracias absolutas por tan grandes bendiciones.
Yo no les digo que no existan problemas, angustias, miedos y temores, pero en ese momento tan especial de la cena de Acción de Gracias, por un momento dejamos la aflicción y damos gracias por cada peripecia por la que hemos pasado, confiando que la misma llegará a una feliz resolución. Todos nuestros problemas tienen un propósito.
Claro que todos los días debemos dar gracias por cada cosa. Claro que nuestro primer pensamiento al abrir los ojos debe de ser de “gracias Señor porque me regalas un día más”; pero también, tomarse ese tiempo para sentarse y reconocer cuán bendecidos y afortunados somos de tener tanto, no tiene precio. Es bendecir los alimentos, amar a nuestras familias, llenarnos de ilusión para darle la bienvenida a la época más hermosa del año, para mi es simplemente un momento mágico. Es agarrar fuerza para terminar exitosamente un año maravilloso.
A mi el sentimiento de dar gracias es mi favorito. Seamos agradecidos con todo lo que la vida nos da. Maravillémonos ante cada detalle y, más que nada por aquello que tenemos y que no sabemos valorar porque siempre está allí.
¡Feliz Viernes mis lectores y DOY GRACIAS POR USTEDES! 😊
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