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Foto del escritorNicole Vaquero

Cuando Sea Mayor Quiero Ser Niña

Hoy tengo un viernes preparado de miles de emociones. Tan cargado que ni siquiera lo pude hacer con anticipación. Les vengo a hablar de amor, compasión, realidad, generosidad, confianza y responsabilidad. Al escribir este Viernes, no solo se me vinieron todos estos sentimientos, pero si me remonte a épocas extremadamente felices de mi vida.

Cuando yo era niña, el día del niño se celebraba por todo lo alto. A mi me daban regalito mis abuelos, mis papas, mis tíos, y en la escuela. Me llevaban a jugar o a comer a algún lugar que tuviera juegos y botaba ahí todas mis energías. A medida los años fueron pasando, obviamente los regalos y las sorpresas fueron disminuyendo, sin embargo, jamás faltó el gesto de decirme, “Feliz Día del Niño”.

Mientras estaba en el colegio las mamás de la asociación de padres de familia se encargaban cada año de llevarnos deliciosas paletas de frutas. Uno podía comerse las que quisiera. Yo me comía dos de coco y una de mora. Ese pequeño detalle siempre se ha quedado conmigo a través de los años, recordando esas deliciosas y frías paletas en las calurosas tardes de septiembre.

Ingenua y erróneamente, me hice la idea en la cabeza de que a TODO el mundo le celebraban el día del niño. Que a todos los niños y niñas de Honduras se les celebraba con bombos y platillos ese día.

Qué equivocada que estaba…

Como muchos de ustedes saben, desde el año pasado yo me involucré de lleno con una escuela pública situada a 200 metros de mi trabajo. En este año y medio transcurrido, la escuelita y yo hemos pasado por una serie de transformaciones que van desde lo material hasta lo sentimental. Puedo decirles que esta escuelita ha cambiado mi vida y mi corazón. Me ha abierto los ojos a realidades que yo jamás pensé que me tendría que afrontar. Es más, a realidades que pensé que no sucedían en las narices de la capital industrial de Honduras. Desde el año pasado, REALMENTE entendí lo que es el día del niño y lo que significa para cada uno de los 317 niños de MI escuelita.

Altamente emocionada por la celebración para los niños este año, comencé a hacer un plan. ¿Qué les llevaría este año? ¿Qué podría asombrar a mis niños? La repuesta es fácil: CUALQUIER COSA hace a esos niños felices. Entonces dispuse a hacer una lista de todo lo que les pensaba llevar. Comencé más o menos un mes antes del gran día. Mi mamá me sugirió que solicitara ayuda a mis más cercanos. Yendo un paso más allá, me atreví a solicitar ayudas en mi página de Facebook.

Inmediatamente después de publicado el mensaje, comencé a tener respuesta de una gran cantidad de personas que estaban dispuestas a darles a mis niños un día espectacular. Yo no tengo ni cómo explicarles, ni contarles, ni describirles TODO lo que yo recibí. Las ayudas iban desde piñatas, dulces, refrescos, palomitas, helado, pastel, prestación de servicio de fotografía, dinero en efectivo, ustedes nómbrenlo, ahí había de todo. Todo lo que ustedes se pudiese imaginar, las personas se prestaron para darme.

Hubo un momento que la gente me seguía escribiendo para donarme y yo les decía, “En serio, gracias, tengo de TODO ya. ¿Será que me ayudan en la próxima?” Sentía aquella ENORME responsabilidad de cumplirles a todas las personas que me habían cooperado. Ya no solo era mi Día del niño, era el Día del niño de muchísima personas con un corazón de oro. Sabía que me tenía que lucir.

No es porque yo lo haya planificado, pero mi Día del niño tuvo de todo. Cómo dijo mi tía: “Mejor que el de cualquier escuela privada”. Mis niños tuvieron juegos, premios, canastitas, comida, piñatas, baile, ice cream, palomitas de maíz, pelotas, muñecas. TODO lo que ustedes se pudieran imaginar se encontraba el día lunes 10 de septiembre en la pequeña escuelita pública ubicada en el sector de La Puerta. Magia, ilusión y risas salían de ese lugar.

La realidad diaria de aquellos niños, sometidos a las durezas de la vida, desapareció y pudieron, por un espacio 5 horas, ser niños. Niños que ríen, juegan, sueñan y gozan. Niños que no necesitan grandes cosas para ser felices. Niños que dejaron sus preocupaciones y agobios a un lado y sintieron por ese momento, la alegria y felicidad que muchos de nosotros recordamos de ese día. (Que es la excepción y no la norma.)

Yo, Nicole Vaquero, GOCÉ el lunes. Competí en una carrera de sacos. Traté de mantener el “Hula-Hoop”, fracasando numerosas veces en el intento. Recibiendo abrazos y besos de mis pequeños. Agradecimiento de los padres de familia y maestros por hacer de ese día algo tan especial.

Pero, sin duda les puedo decir, que el regalo más grande que recibí fue la confianza de todas las personas que depositaron en mi su ayuda para mi escuelita. El saber que sus donaciones serían bien empleadas y confiar a ciegas en una persona medio loca, que solicita ayuda y sin cuestionar ABSOLUTAMENTE NADA, me da una satisfacción y alegria enorme. De todo corazón puedo decir: ¡GRACIAS POR CONFIAR EN MI!

El corazón humano es realmente sorprendente. Hacemos los actos de amor más grandes sin ver, solo confiando, y ésta es una característica que desde muy pequeños vamos cultivando. Es una semilla que, aunque a veces esté dormida, nunca se extingue.

Hace tanto tiempo aquellas madres de la asociación de padres de familia sembraron en mi la semilla de la importancia del día del niño. La generosidad de dar, la confianza de entregar, la responsabilidad de ejecutar. Hoy, como la niña que fui y que aún sigue muy latente en mi, les puedo decir que no hay mayor santificación que volver a las épocas en las que ensuciarse es lo de menos y pasarla bien es lo único que importa.

Les agradezco a todos los adultos que siguen siendo niños en su interior por su ayuda y generosidad. Y me atrevo a instarlos a que nunca pierdan esa calidez, ese amor por hacer felices a los demás, que solo puede venir de aquella memoria del corazón en la cual se magnifican los mejores y más gratos recuerdos.

¡Feliz Viernes! 😊

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