¿Se han percatado de cuántas veces presionamos el botón del elevador, para que, según nosotros, llegue más rápido? Nos sorprendemos que ante la insistencia de fundir nuestro dedo en dicho botón, no llegue en el instante que lo hacemos. Sin importar nuestras insistencia, el elevador llegará cuando termine de hacer todas sus paradas.
Y la verdad es que esta pequeña práctica me hizo darme cuenta de la prisa que tenemos por vivir. Qué carrera tenemos por vivir. Nos podemos acelerar a tomar acciones y decisiones que traerán gran impacto a nuestra vida, y no siempre las más positivas. En ese acelere, nos sofocamos y sentimos que si no es para YA, perderemos una gran oportunidad.
Como sabrán, en octubre del año pasado, me casé. Al casarme, me trasladé a la Ciudad de Guatemala con mi esposo. Buscamos un apartamento que fuese el adecuado para nosotros dos. Un lugar bonito y seguro donde siempre pudiésemos recibir a nuestras familias y amigos. Poco a poco, y con gran esfuerzo, lo hemos ido acomodando y lo hemos convertido en un hogar.
Hace dos semanas y media, mi esposo y yo, decidimos adquirir un perrito. Desde que llegó, nos ha parecido que nuestro pequeño apartamento es insuficiente. Nos hemos frustrado con los temas del entrenamiento y sentimos que todo depende del espacio tan pequeño. Entre frustración con el entrenamiento y pensando a la vez en un futuro, nos sentimos en la necesidad de mudarnos.
Empezamos a contactar a agentes de bienes raíces casi de urgencia. Fuimos a ver lugares más grandes, más costosos. Pensábamos que teníamos que tomar una decisión YA. Honestamente, ya estábamos casi decididos, sin ni siquiera hacer tantos números, cuando caímos en cuenta, o mejor dicho, nos hicieron caer en cuenta, que estábamos tomando una decisión demasiado importante, con demasiados efectos a futuro, con una prisa innecesaria. Nos estábamos adelantando a vivir etapas que todavía no nos correspondían.
Cuando escuchamos los consejos de las personas que nos quieren y solo quieren lo mejor para nosotros entramos en calma. Entendimos que en un futuro si vamos a requerir de más espacio, pero de aquí a qué nuestro contrato se venza, este espacio es más que suficiente para nosotros, aun con los desafíos que presenta. No hay prisa de tomar una decisión tan importante, que implica TANTO esfuerzo en todas las áreas, en estos momentos.
Pero siento que la prisa y la desesperación son los que últimamente manejan la vida de todos. Todos quieren perder treinta libras en dos días; aprender a tocar un instrumento en dos semanas; bailar como una estrella en una noche; o, simplemente, cambiar tu hogar de la noche a la mañana. Y así de esa manera, se te va la vida. De prisa en prisa, de desesperación en desesperación, se nos va la vida tomando decisiones apresuradas que no tienen nada de sentido. Tenemos prisa por todo y las cosas sencillamente, no son así. Todo tiene su tiempo, su momento. Si bien es cierto, debemos de trabajar y planificar para alcanzar nuestras metas, pero hay que darles a estas el tiempo que ameritan. Nosotros nos debemos de encargar de sembrar, allá Dios y la vida, se encargarán de la cosecha.
El elevador no va a llegar más rapido, por más veces que apretemos el botón. Las cosas no se puyan ni se aceleran, la vida se medita y se vive paso a paso. No podemos seguir viviendo con prisas y poniéndonos la soga al cuello nosotros mismos. Disfrutemos de lo que tenemos y más que nada del tiempo que tenemos, porque en un parpadeo, la vida se va.
Así que les pregunto: ¿Cuál es la prisa?
¡Feliz Viernes! 😊
Gracias por el compartir