El Viernes de Nicole:
La Desensibilización que trae el amarillismo En las pasadas tres semanas San Pedro Sula ha sido testigo de muchos crímenes violentos. Por lo general, ser Sampedrano y escuchar este tipo de noticias, pues no causa mayor impacto en nosotros. Estamos acostumbrados a escuchar que aparecen a diario una gran cantidad de personas asesinadas. Lamentablemente, esto es algo que se volvió inherente a nuestra manera de vivir. No obstante, esta reflexión no es acerca del índice de asesinatos violentos ni de que San Pedro Sula es en extremo violenta. Esta reflexión es sobre nosotros, de nuestra capacidad de reacción acerca de nuestra desensibilización y nuestra obsesión constante por convertir la tragedia en algún tipo de circo romano moderno. A principios de esta semana hubo un violento tiroteo en San Pedro Sula. Un vehículo era perseguido, en él se transportaban cuatro personas; tres resultaron heridas y una falleció. El vehículo impactó frente a un muro en un área bastante transitada, lo impactante fue lo que sucedió al momento en que los espectadores se acercaron.
Considero que el ser humano es curioso de naturaleza, siempre tenemos el instinto de ver y andar averiguando todo lo que pasa.
Sin embargo, los espectadores se acercaron, sacaron sus teléfonos celulares, filmaron y tomaron fotografías del trágico hecho suscitado. Nadie en ningún momento pensó en llamar a la ambulancia, incluso habiendo un hospital cerca. Nadie corrió en busca de ayuda o de atención, lo único que parecía importar, era grabarlo para poder compartirlo con el mundo. El hecho no hacía ni 20 minutos que sucedió y se encontraba ya en todas las redes sociales y compartido en todos los sistemas de mensajería. Nadie corrió a auxiliar a las víctimas que ahí yacían.
Una semana antes, cerca de esa misma zona sucedió otra fatalidad. De la misma manera, en ningún momento nadie paró a ayudar, pero si para inmortalizar el dolor de una pobre mujer. Se dedicaron a enviar y reenviar el vídeo de una pobre viuda que hacía instantes frente a sus ojos había perdido a su esposo.
La cuestión es que no solo sucede en San Pedro Sula o en Honduras. Sucede en el mundo. Sucede en nuestra insensible cultura. Hoy en día, sin importar el hecho que sea, si tenemos un celular, comunicamos lo que sea que acontece al mundo en cuestión de segundos. Yo me pregunto: ¿Adonde quedó nuestra empatía? ¿Adonde quedó nuestra sensibilidad? ¿Adonde está ese sentimiento de fraternidad y auxilio al que lo necesite?
La empatía es definida como la capacidad de responder con un sentimiento adecuado a los estados mentales de otro. ¿En qué momento nos volvimos tan amarillistas? ¿Donde dejamos la dignidad humana y el respeto al dolor de otros?
Cada una de las situaciones mencionadas conllevan una cantidad de terrible dolor para cada uno de los familiares de estas personas. Hoy en día no es un medio de comunicación el que reporta el hecho, sino una persona compartiéndolo en todas las redes sociales, viralizándolo por doquier. Todo tipo de personas tiene acceso a las redes sociales; niños, adolescentes, personas altamente impresionables y, nosotros, en un intento de “periodistas”, nos llevamos de encuentro a todo el que tenga acceso, pasando muy de largo el dolor de las personas o el mismo respeto a su integridad.
La dignidad humana está descrita como la capacidad que tiene cada ser humano de ser respetado y valorado como ser individual y social, respetándose cada uno de sus aspectos, incluidos los sentimientos como el dolor y la angustia. No debemos hacer feria con los sentimientos y desgracias de otras personas. No debemos convertirnos en sensacionalistas a causa de las catástrofes de las personas. Según el Dalai Lama, todas las cosas buenas que acontecen en el mundo, nacen de una actitud de aprecio a los demás, ¿y por qué no mostrar este aprecio cuando genuinamente se necesita?
Me parece a mí que nos hemos desensibilizado con cada uno de estos hechos. Que nos hemos olvidado de que realmente nuestra labor no es causar escándalo, sino ayudar al que está necesitado. Hablamos a diario de como queremos cambiar a Honduras, de como haríamos las cosas diferentes, pero reportando el dolor ajeno no es la manera. Cambiar a Honduras implica ayudar al necesitado. Ser generosos con quien más lo necesita. Cambiar a Honduras no significa hacernos los locos con lo que sucede, pero mostrarnos atentos y sensitivos a todo aquello que afecte a nuestros conciudadanos. Cambiar a Honduras significa dar amor donde hay odio, generar compasión donde ha existido aspereza. El mundo se hace mejor con nuestro ejemplo, ¿por qué no dar al mundo un ejemplo increíble de ayudar al más necesitado?
Sé que a veces estas palabras son fáciles de decir y mucho más de escribir, pero les aseguro que veríamos transformado rápidamente ese dolor y desprecio, si mostramos un espíritu de ayuda y compasión a otros. Albert Schweitzer escribió “Mientras el círculo de su compasión no abarque a todo los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo.”
Amigos, yo les invito a que hagamos conciencia y reflexionemos. No hagamos del dolor de otro un circo. No expongamos sus más íntimos dolores al mundo. Enfoquémonos en poder ayudar, en mostrar compasión y sensibilidad a las personas que tanto lo necesitan. Digamos no a la perpetuación del dolor de las personas.
¡Feliz Viernes! 😊
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