El amor es la fuerza más poderosa sobre la faz de la tierra. Es por medio del amor que el mundo es testigo de grandes transformaciones. Es el amor aquello que nos hace lograr lo inconcebible. La humanidad entera busca amor. Buscamos este sentimiento de mil maneras. Buscamos la inspiración del mismo en novelas, poemas, personajes famosos, etc. Esperamos darlo a nuestros padres, hermanos, amigos, compañeros, parejas y, honestamente, a todo el que se nos acerca. Pero, ¿de dónde viene esta fuente de amor ilimitada que ofrecemos a los que nos rodean? ¿Sabemos con certeza que damos la calidad de amor que las personas merecen? ¿Damos verdaderamente un amor incondicional? Todas las respuestas radican en el amor propio. Muchos podremos pensar que el amor propio es un conjunto de palabras agradables para disfrazar el egoísmo, el narcisismo, la vanidad o la falsa humildad, pero nada está más lejos de la verdad. Desde hace unos días albergo en mi un sentimiento de paz, tranquilidad, y liberación. Un sentimiento de no entrar en conflicto con nadie y, más que nada, de apreciar cada una de las acciones que las personas hacen por mí. Pensaba en mis adentros: “¡Wow, es increíble cómo “Fulanito” ha cambiado!” o “¡Que ambiente más lleno de amor y de paz!” A medida transcurrieron los días, éste sentimiento de “cero conflicto” fue apoderándose de mí. Era una alegría desmedida y hasta electrificante la que me embargaba, pero lo veía como si el mundo que me rodeaba había dado un giro de 180 grados y había cambiado por completo. Ayer, mientras conversaba con una amiga, me hizo la observación de lo distinta que me veía, y, más que nada, lo distinta que me sentía. Mi respuesta de inmediato fue: “¡YO SÉ! Siento que soy otra persona y siento en mi una felicidad que no creo haber experimentado antes!” Al meditar la conversación con mi amiga en el transcurso del día, toda la noche y justo antes de disponerme a escribir, me di cuenta que yo había cambiado. Que mi amor propio había crecido de una manera increíble, acercándome a las personas. Que era el amor que yo sentía dentro de mi y que ahora podía dar, lo que volvía mi relación con los otros seres humanos algo tan armonioso. El amor propio es un estado de aprecio por uno mismo, que crece a partir de las acciones que apoyan nuestra salud física y psicológica y estimulan nuestro crecimiento espiritual. El amor propio es cambiante, resolutivo y crece a medida que pasamos por situaciones y estados que nos hacen madurar. Cuando actuamos reflejando nuestro amor propio, empezamos a aceptar de mejor manera nuestras debilidades o defectos,y ya no las vemos como obstáculos, pero las sabemos apreciar como “virtudes en bruto” que debemos mejorar. Somos un trabajo constante, y si aceptamos a dedicarnos amor y paciencia, comenzamos a ver grandes frutos. Descalificarnos y victimizarnos solo nos alejan de nuestros objetivos y de las personas que tenemos a nuestro alrededor, y nos volvemos una carga pesada para nosotros mismos y para todos nuestros allegados. El amor que damos a los demás es como una luz que emana desde adentro. El amor que damos es el mismo que tenemos hacia nosotros mismos. Damos lo que tenemos. Nadie puede dar amor, si no se ama a sí mismo primero. El amor propio te impulsa hacia el camino que debes recorrer, sin resentimientos, ni dolor, sin heridas ni cargos de conciencia. La frase de San Agustín “la medida del amor es el amor sin medida” empieza por nosotros mismos. Amarnos sin medida nos llevará a la reciprocidad para otros. Cuando comencemos a apreciarnos y amarnos, nuestro mundo cambiará. Examinarnos y conocernos a nosotros mismos nos llevará hacia el sendero de la transformación. Aunque sé que el amor propio es dinámico y cambiante, y que tengo mucho camino por recorrer, sé que me conozco un poco más, y entiendo que mis límites y limitaciones solo estaban en mi cabeza; tengo la certeza que lo que me proponga es realizable. Se que me amo y de esta manera puedo amar y servir incondicionalmente a los que me rodean. ¡Amémonos sin medida para poder amar a los demás!
Como diría Borges: “Plantemos nuestro propio jardín y decoremos nuestra alma…”
“El único amor por el cual deberíamos preocuparnos por encontrar es el amor propio, los demás, con el tiempo llegarán solos”.-Frida Kahlo
¡Feliz Viernes! 😍
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