Cortazar escribió: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda del alma.” Y eso fue lo que me pasó la semana pasada, tenía tanta felicidad, sentimientos, amor en mi corazón que no sabía cómo plasmarlos aquí. Después del Viernes PARA Nicole, no creo que pueda escribir nada que supere el escrito que más ha tocado mi corazón y cambiado mi vida para siempre.
Ese Viernes cumplió con la finalidad para la cual fue creada este blog: Cambiar la vida de las personas que lo leen y ayudarlas a encontrar la felicidad en cada rincón, tomando cada una de las oportunidades que la vida nos presenta. Jamás pensé que mi propio Viernes me cambiara la vida al cerrar con mi famoso “Feliz Viernes”. Por si se habían quedado con la duda, la respuesta a la pregunta del cierre del Viernes PARA Nicole fue un rotundo, firme y lleno de lágrimas de emoción “SI”.
El último Viernes de Nicole habló de los cambios de la vida. Lo necesarios y buenos que son. Cuánto puede una pequeña palabra como un “Sí” cambiar el curso de una vida. Sin embargo, para que el cambio ocurra debe existir siempre la oportunidad. Y a veces somos tan miopes que cerramos los ojos y el corazón y no vemos esas oportunidades que nos cambiarán la vida para siempre.
Cuando yo conocí a Christian, el escritor de los cambios, hace casi 10 años, mi corazón era en extremo miope. No entendía que la vida llevaba tantas subidas y bajadas. Las oportunidades muchas veces tocaron a mi puerta, pero no quería ni abrir mi mente ni corazón para tomarlas. Aunque en ese momento no lo sabía, él fue instrumental para que mi corazón supiera que la vida siempre nos sonríe por mucho que nos cueste verlo.
Así como es la vida de bella, también resulta jodida. Pero en ese “jodida” nos educa y nos forma, nos cambia y transforma. La vida a ambos nos dio miles de vueltas, enseñándonos mucho. Él tomó un camino y yo tomé otro. Jamás pensé que nos volveríamos a encontrar. En ese tiempo cada uno se formó para convertirse en las personas que somos hoy. Cada quien tuvo una vida. Siempre pensé que había sido de esas personas que habían bajado del vagón del tren de mi vida, enseñándome lo que yo tenía que aprender en ese momento.
Cuando la vida nos vuelve a poner en contacto 8 años después, jamás pensé que desencadenaría en un romance. De hecho, pensaba que estaba ahí para retribuirle un poco de la alegría que él me había dado cuando nos conocimos. Él estaba pasando por un gran cambio en su vida y yo quería estar ahí para apoyarlo. Sin embargo, entre más hablaba con él, más quería saber de él. Más me interesaba su bienestar y honestamente, más me gustaba.
El día que me di cuenta que estaba enamorada él, estaba en mi amada Chachahuala frente a la misma champa donde, dos años después, él me pidió que fuera su esposa. Sin embargo, al presentárseme estos sentimientos, y por ende la oportunidad de cambiar mi vida, la negué rotundamente en mi corazón. Pensaba que era imposible e improbable que él sintiera todo lo que yo sentía. No era posible que después de tanto año y tanta circunstancia acaecida, tantos cambios y tantas rutas diferentes que tomamos, la vida nos pusiera ya listos para tomar la oportunidad que 10 años antes nos había anticipado. Pero el amor no se elige. Te elige.
Negué y negué esos sentimientos. Es más, pensaba dejar pasar la oportunidad, porque pensé que no tenía oportunidad. Mis creencias, mi fe, lo estructurada que puedo ser, hacían imposible que yo pudiera tomar la oportunidad. Tuvimos una acalorada discusión con mis papás, hermanos y en ese momento, sus novias. Todos me decían que me arriesgara, que le dijera lo que sentía. Que no tuviera miedo y que no fuera ni tan santurrona ni tan cuadrada. Que la vida posiblemente me estaba dando una gran oportunidad.
Aun así, batallé con esto por un montón de tiempo. Hasta que después de tanto conflicto interno, me decidí a arriesgarlo todo. Tirar por la borda mi estructura y tomar la oportunidad.
Para tomar las oportunidades en nuestras vidas debemos abrir nuestra mente y corazón, sabiendo que no hay un ÚNICO camino para conseguir nuestros sueños, y que a veces tenemos que perdernos tanto para poder lograrlos. Tenemos que confiar en nosotros mismos. Tener confianza que los pasos que demos nos llevarán a un buen puerto. A veces el momento más inesperado, más vertiginoso y turbulento de nuestras vidas nos brinda esa oportunidad de cambio. No tenemos que esperar que las estrellas y los astros se alineen para que el momento sea perfecto y así conseguir nuestros sueños. Hay que aprovechar TODAS las condiciones, sean adversas o no, para tomar las oportunidades. En medio de la dificultad y la duda, reside la oportunidad.
Finalmente, debemos arriesgarnos y vencer nuestros miedos. Romper con nuestros esquemas implica salir de nuestra zona de confort y abrirnos a miles de oportunidades que no sabíamos que existían.
Así que yo hice precisamente eso para tomar la oportunidad de mi vida. Decidí abrir mi mente y mi corazón, confiar en mi, en mis sentimientos, en todo lo que he aprendido. Y más que nada, en Dios. Gracias a esa confianza superé mis miedos y temores. Aunque las circunstancias eran todo menos ideales, decidí arriesgarme.
No tengamos miedo de los nuevos comienzos, de las nuevas personas, de las nuevas energías, de los nuevos entornos. Abracemos las nuevas oportunidades.
Me hackearon el Viernes de Nicole y así me robaron el corazón. Yo abrace mi oportunidad y nunca he sido más feliz. Espero que, como dijo el escritor del Viernes PARA Nicole, encontremos lo que siempre hemos anhelado, abriéndonos a los cambios y aceptando las oportunidades.
¡Feliz Viernes! 😊
bonito escrito!